Una de las cosas que me fascinan de la vida es que los
mensajes y las enseñanzas que tienen que llegarte, te llegarán. De la forma que
sea y a través de los mensajeros más insospechados, pero te llegarán.
Mi amiga Pia ha compartido últimamente un par de vídeos que
me han gustado y que quiero compartir juntos porque, de alguna forma, tengo la
sensación de que se complementan.
En el primero de ellos, un trozo de una antigua entrevista a
David Bowie, el famoso cantante afirma que uno debería trabajar para llegar a
manifestar algo muy profundo sobre sí mismo, y que debería hacerlo sin tratar
de cumplir con expectativas ajenas. Además, señala que “si te sientes a salvo en el área en la que estás trabajando, no estás
trabajando en el área correcta”. Y, por ello, recomienda que nos adentremos
en el agua hasta sentir que casi no tocamos el fondo, porque justamente ese es
el lugar desde el que podemos empezar a hacer algo emocionante.
El segundo vídeo pertenece a la película “The Ramen Girl”. En
él, una anciana sabia nos recuerda que para cocinar no sólo es importante conocer la técnica sino utilizar el
corazón. “Cocinas con la cabeza”, le
dice a la joven, “y tu cabeza está llena
de ruido. Debes aprender a cocinar desde un lugar más tranquilo, muy en el
fondo de ti. Cada plato que cocinas
es un regalo para tu cliente, la comida que les sirves, se vuelve parte de
ellos. Contiene tu espíritu. Es por eso que tu comida tiene que ser una
expresión de amor puro. Un regalo de tu corazón”.
Creo que todo ello se puede aplicar al trabajo, a la cocina y
a cualquiera de las cosas que hagamos en el vida, porque cada uno de nuestros
actos es una expresión de quiénes somos y manifiesta algo muy profundo sobre
nosotros. Tú decides si te expresas desde el ruido o desde la calma. Tú decides
si prefieres utilizar la mente o el corazón.