lunes, 30 de octubre de 2017

Nuestro sufrimiento no depende del afuera



Una vez más, comparto un gran artículo de Ima Sanchís para La Contra de La Vanguardia. En este caso, entrevista al Lama Jampa Monlam, que vivió en silencio meditativo durante treinta años.

Tengo 90 años. Nací en Tíbet, en una familia de nómadas, y vivo en Katmandú (Nepal). El propósito de los políticos es, como el de todos, ser feliz. Hay que buscar las raíces de la felicidad para cultivarla, y las del sufrimiento para abandonarlo. Hay mucho desarrollo material, pero hace falta desarrollo interno.

¿Treinta años en silencio meditativo?
Dirigía un monasterio, pero decidí abandonar para hacer ese largo retiro: comencé a los 49 años y acabé a los 79.

¿Por qué?
Los médicos tibetanos son también astrólogos y entienden el cuerpo humano como un todo conectado con el universo. Mi médico astrólogo me dijo que mi vida terminaba a los 49 años.

Y usted quería vivir más...
Sí, porque no había tenido tiempo de cultivar la paz y la felicidad en mi interior.

¿Qué ha aprendido en esos años?
Al principio fue muy difícil porque mi mente todavía no estaba domada, pero fui apaciguándola y entendiendo poco a poco cómo actúa y por qué sufrimos.

Pero si usted entró en un monasterio a los seis años, ya meditaba, ya comprendía...
Meditaba y practicaba para desarrollar una mente de amor y gentileza hacia los otros, pero lo hacía a base de voluntad y comprensión intelectual, pero yo no era una mente en paz.

¿Cuál es la diferencia?
Ahora cada célula de mi cuerpo conoce la causa de nuestro sufrimiento y he podido desarrollar esa mente de amor hacia los otros sin expectativas, sin esfuerzo ni condescendencia, sin necesidad de planteármelo. Soy simplemente feliz.

Entiendo.
Ahora cuando la gente me habla de su sufrimiento tengo la certeza de que ese sufrimiento está en su interior, que no depende del afuera, y puedo guiarles hacia una mente clara.

¿Cómo se hace?
Desenmascarando los engaños mentales, esas emociones aflictivas como el orgullo, el apego, el enfado y otras mentes dañinas que son adventicias, que no forman parte intrínseca de nuestra mente y, por lo tanto, se pueden eliminar.

¿Por qué están tan arraigados?
Porque nos enseñan a hacer, a ser, pero no quiénes somos.

¿Cómo desarrollar esa mente sabia en nuestras ajetreadas vidas?
El mundo se ha hecho tan pequeño, influimos tanto los uno en los otros, que es necesario que trabajemos juntos. Científicos, psicólogos, representantes de diferentes religiones, humanistas, filósofos..., juntos debemos cambiar el enfoque de fuera a dentro por lo contrario.

De dentro a fuera.
Exacto, porque, si no, nada tiene sentido. Nos casamos, tenemos hijos, amigos, trabajos…, y hacemos todo eso para ser felices, sin éxito.

Ya.
...Esas cosas buenas de la vida en las que ponemos todas nuestras esperanzas están irremediablemente unidas al sufrimiento si no somos capaces de observar la propia mente e identificar las emociones dañinas. Estamos llenos de voces aflictivas (apego, enfado, orgullo, avaricia, rabia, ego, miedo… ) y creemos que esas voces somos nosotros.

Es difícil corregir lo que no identificas.
Por eso necesitamos que la ciencia, la sociología y la religión investiguen juntas y nos ayuden a comprender. Juntos..., estemos juntos.

Es una propuesta interesante.
De la misma manera que hacemos yoga para tener nuestro cuerpo sano, debemos practicar para tener la mente sana.

¿De qué manera?
Ejercicios cotidianos de escucha a uno mismo, de conexión. Eso nos lleva a una mente positiva, que es la única capaz de bondad. Comprender que el sufrimiento surge de ti mismo es algo radicalmente transformador que cambia tu mirada hacia el mundo y, por tanto, cambia el mundo. Es poderosísimo.

¡Ha invertido usted 30 años!
Toda la vida, porque la desconexión de uno mismo es enfermedad, es confusión, es locura.

Está claro.
Mi gran responsabilidad es mantener mi mente pura. Así he encontrado la felicidad dentro de mí y puedo transmitir, irradiar felicidad a los otros, contagiarlos, cuando están a mi lado.

Dicen que entró usted en el retiro con el pelo blanco y salió con el pelo negro.
Yo le cortaba el pelo a un lama anciano que vivía cerca de mi monasterio y que siempre bromeaba: “Tienes el pelo completamente blanco, je je, pareces tú más anciano que yo, algo haces mal”.

¿Qué hacía mal?
Me esforzaba. Comprendí que para ser feliz tenía que soltar, estaba aferrado a mi sufrimiento. La felicidad es salud. Fue así como mi pelo se volvió negro, y entonces comprendí.

¿Por qué decidió abandonar el retiro?
Apenas comía. Una doctora italiana, que me visitaba desde hacía muchos años, me propuso que fuera a su país: “Así yo puedo nutrir tu cuerpo y tú ver un poco de mundo”. Me animé, conocí a más personas que me pidieron que les diera algunas enseñanzas, y no supe negarme.

¿Qué le ha sorprendido del mundo?
La rueda del sufrimiento humano.

Quien sufre inflige sufrimiento. ¿Cómo cultivar la felicidad genuina sin ser monje?
Hay que estar alerta a nuestro enemigo, la mente aflictiva cuyo producto es la rabia. Y cuando te sientes ofendido por un comentario o una actitud ajena, hay que recurrir al amor, la paciencia, la tolerancia y la amabilidad.

Pero...
...Sin cuestionarlo, se ha de convertir en un acto reflejo: acudir a la esencia.

lunes, 23 de octubre de 2017

Es lindo


(Imagen de Ymefreak)


Es lindo pintarse los labios, pero más lindo es usarlos para comunicar, besar, hablar con el corazón.

Es lindo tener las piernas torneadas, pero más lindo es usarlas para avanzar y caminar libremente y con seguridad, firme y sólidamente, enraizadas.

Es lindo tener los ojos delicadamente maquillados, pero más lindo es usarlos para ver profundamente, abrirlos con sorpresa y maravillarnos por la creación.

Es lindo tener el abdomen plano, pero más lindo es tener la pancita llena con comida casera preparada con amor, de esa que llena el alma.

Es lindo tener un buen escote, pero más lindo es tener un corazón allí dentro que palpita y que siente hondamente, late y se regocija.

Es lindo tener los glúteos levantados, pero más lindo es tener la autoestima elevada.

Es lindo tener los dientes blancos, pero más lindo es cuando estallás en carcajadas y se ve una sonrisa radiante, contagiosa y llena de amor por la vida.



lunes, 16 de octubre de 2017

Instrucciones a mis hijos


(Imagen de Dorothea Lange)



Instrucciones a mis hijos

Jamás un conato de daros la vuelta

Jamás una huida, por muchos que sean

Jamás ningún miedo, y si acaso os diera,

Jamás os lo noten, que no se den cuenta

Jamás un “me rindo”, si no tenéis fuerzas

Aunque fuese a gatas, llegad a la meta

Que nadie os acuse… ¡miradme a la cara!

Que nadie os acuse de dejar a medias un sueño imposible…

(Si es que los hubiera)

Yo no los conozco,

Y mira que llevo yo sueños a cuestas

Jamás, y os lo digo como una sentencia, ¡miradme a la cara!

Jamás en la vida paséis por el lado de cualquier persona sin una sonrisa

No hay nadie en el mundo que no la merezca

Hacedle la vida más fácil, ¡miradme!

A cada ser vivo que habite la tierra

Jamás se os olvide que en el mundo hay guerra

Por pasar de largo sin gloria ni pena delante de un hombre

Y no preguntarnos qué sueño le inquieta

Qué historia le empuja,

Qué pena lo envuelve,

Qué miedo le para,

Qué madre lo tuvo,

Qué abrazo le falta,

Qué rabia le ronda,

Qué envidia lo apresa…

Jamás, y os lo digo faltándome fuerzas,

Si el mundo se para,

Os quedéis sentados viendo la manera de que otro lo empuje

Remangaos el alma,

Sed palanca y rueda,

Tirad de la vida vuestra y de quien sea,

Que os falte camino,

Perded la pelea contra los enanos

No sed los primeros,

Que os ganen los hombres que no tienen piernas

No sabedlo todo,

Dejad que contesten los que menos sepan

Las manos bien grandes,

Las puertas abiertas,

Anchos los abrazos, fuera las fronteras

Hablad un idioma claro, que se entienda

Si estrecháis la mano, hacedlo con fuerza

Mirando a los ojos,

Dejando una huella

Prestad vuestra vida,

Regaladla entera

Que a nadie le falte ni una gota de ella

¡Cantad!

Que cantando la vida es más bella

Y jamás, os hablo desde donde nazca

El último soplo de vida que tenga,

Jamás una huida,

Por muchos que sean…


(Magdalena S. Blesa)




(Muchas gracias a Lucía)


martes, 10 de octubre de 2017

Otro camino



Otro camino

En estos días, a veces, caigo en la tentación de mirar afuera.
En estos días, a veces, recuerdo que el mejor indagar es hacia dentro.
Me asusta lo que veo fuera.
Porque me asusta lo que llevo dentro.
La ira, el dolor, el miedo. Los míos.
Las contradicciones, la angustia, la frustración. Las mías.
Cada juicio, cada palabra airada, cada incomprensión y cada falta de escucha.
Me separa. Me limita. Me encarcela.
En estos días, a veces, pienso que hay otro camino. Que tiene que haberlo.
Pero no pasa –nunca lo hace – por exigirle al otro.
No pasa por gritarle, por burlarme de él o tratar de convencerlo.
No pasa por llamarle cobarde, mentiroso o traidor.
En estos días, a veces, pienso que hay otro camino. Debe haberlo.
A veces lo veo claro, a veces sólo lo intuyo.
Otro camino. De comprensión. De escucha. De respeto.
Un camino hecho de avances y también –por qué no- de retrocesos.
Un camino hecho de aciertos y – claro que sí- también de errores.
De aceptación y de perdón. De lo propio y de lo ajeno.
Otro camino.
De aprendizaje. De paz. De amor.
Es necesario. Creo que es muy necesario volver a recorrerlo.
En situaciones de tensión, el ser humano saca sus monstruos a pasear.
Es hora de mirarlos.
Es hora de reconocerlos.
Es hora de integrarlos.
Porque ya es hora –empieza a ser hora - de guardarlos.
Cuando los amigos se pelean con sus amigos.
Cuando los hermanos se enfadan con sus hermanos.
Cuando comienzas a ver al otro como enemigo.
Es cuando debes desenmascararte.
Es cuando debes reconocer que dicho enemigo está en tu propio espejo.
Porque, cuando llegue la sangre al río, si es que llega la sangre al río,
será cuando todos –TODOS- habremos ya perdido.

(Elena Almirall Arnal)

lunes, 9 de octubre de 2017

Oración



Oración*

“A Ti, a Quien no conozco ni puedo conocer – ni en mi interior ni fuera de mí – y a Quien estoy unido por el amor, el temor y la fe – al Único en todas sus representaciones– dirijo esta oración:

Guíame hacia lo mejor de mí mismo, ayúdame a convertirme en alguien en quién confíen los seres vivientes, criaturas y plantas, así como el aire, el agua, la tierra y la luz que los sustentan; mantenme como alguien que respeta el misterio y el carácter de cada variedad de vida en toda su unicidad y solidez, ambas esenciales para la supervivencia de cualquier vida.

Ayúdame a preservar mi capacidad para maravillarme, extasiarme y descubrir; permite despertar en mí el sentido de la belleza en cualquier lugar, y a contribuir con y para otros y para conmigo mismo en el conjunto de la belleza que observamos, oímos, olemos, probamos o tocamos o que de algún modo concebimos a través de la mente y el espíritu; ayúdame a no perder nunca el vivificante ejercicio de proteger a todo aquél que respire, pase hambre, tenga sed; a todo aquél que sufra.

Ayúdame a permanecer acorde con los valores relativos, a equilibrar pacientemente el paso del tiempo con la rica cosecha de fidelidades, experiencia, éxito, ayuda e inspiración.

Ayúdame a ser un buen guardián del cuerpo que Tú me has dado. Que esta vida confiada a “mi” temporal resguardo, vuelva al círculo terrenal en la mejor condición posible para que la vida continúe. Así pues, Tu deseo se hará.

Que aquellos que me sobrevivan no lloren mi muerte sino que continúen siendo igual de serviciales, amables y sabios con los demás, igual que fueron conmigo. Aunque me encantaría vivir muchos años disfrutando de los frutos de mi afortunada y rica vida, con mi preciada mujer, familia, música, amigos, literatura y numerosos proyectos, en este mundo de culturas y gentes tan diversas he recibido ya la bendición, afecto y protección suficiente para satisfacer miles de vidas.

Y finalmente, mientras Te suplico que me protejas de la ira y la condena, la mía de los demás y la de los demás de mí, ilumínalos a ellos y a mí y ayúdanos a perdonarnos el uno al otro.

También con aquellos enemigos que posiblemente tenga, ayúdame a distinguir entre los reconciliables y los irreconciliables, dame ánimos para buscar por todos los medios el entendimiento con los primeros, y hacer a los segundos ineficaces y a aprender de los dos.

Dame la inspiración que has dado a la humanidad y anímame a reverenciar y a seguir estos ejemplos vivos que consagran tu espíritu – el espíritu que hay en el interior y fuera de cada uno de nosotros – el espíritu de Aquél y de Aquellos – la iluminación de Cristo, de Buda, de Lao-Tsu y de los profetas, sabios, filósofos, poetas, escritores, pintores, escultores, todos los creadores y artistas, y toda la gente desinteresada, los santos y las madres, conocidos y desconocidos, los exaltados y los humildes – hombres, mujeres, niños de todos los tiempos y lugares – cuyo espíritu y ejemplo permanecen con nosotros y dentro de nosotros para siempre.”

(Yehudi Menuhin)

(*Texto encontrado entre los documentos de sus últimas voluntades)