sábado, 29 de noviembre de 2014

Cualquiera que sea tu sueño


(Imagen de Vladimir Zotov)


"Aceptar tu vida tal cual, estar presente a todo lo que es inmediato y vivo, enamorarte del aquí y ahora, NO es lo mismo que renunciar a la posibilidad de cambios futuros. Todo lo contrario.

Por favor, no dejes de soñar esos preciosos sueños, no dejes de imaginar un futuro para ti y para el mundo que haga cantar tu corazón.

Pero, en medio de todos esos sueños, nunca olvides Eso que nunca sueña, el espacio abierto que abraza todo. No pierdas contacto con tu verdadera naturaleza, ya completa, eternamente plena, que no tiene necesidad de nada y que está profundamente conectada con todo lo que Es. Nunca descuides este momento poniéndote a perseguir 'aquello que sigue'.

Es desde este momento, desde este punto de profunda conexión y descanso en donde tu vida florecerá. Estar presente, ser presencia, no significa borrar o negar la posibilidad de un pasado y un futuro, significa recordar tu verdadero suelo, estés en donde estés, sea cual sea tu sueño.

Es desde el lienzo de este momento presente que todos tus mañanas serán pintados. No puedes dibujar en el lienzo de mañana, porque el mañana nunca llega. Sólo hoy, sólo hoy - y esta es la preciosa paradoja de la iluminación.

Sueña, y suelta tus sueños, sin contradicción. Porque en este mundo de ensueño... cualquier cosa es posible."



jueves, 27 de noviembre de 2014

lunes, 24 de noviembre de 2014

Activar el corazón



Esta semana asistí a una charla de Tom Heckel, autor del extraordinario libro “Baba Om: una odisea mística”. En él, Heckel relata su viaje espiritual por Asia que le llevó, después de vivir una serie de experiencias místicas así como encuentros con diferentes maestros, al despertar de la conciencia. Desde que leí su libro –que me impactó- tenía ganas de escucharle en directo. Y por eso, el pasado sábado, acudí al encuentro que proponía la Librería Síntesis (gran librería, una de las pocas que quedan especializadas en estos temas y en la que la amabilidad y el buen rollo son lo habitual).

Heckel empezó hablando de paradigmas, esas creencias colectivas que crean nuestra realidad, y de la necesidad de cambiar el paradigma actual que, si se mantiene, acabará provocando que la vida en la Tierra sea insostenible. Para ello, una de sus propuestas –que me encantó- fue la de cambiar la idea que tenemos de que “me falta algo”, por la de que “puedo aportar algo”. El objetivo es crear una realidad más positiva, pensar que estamos aquí para hacer algo positivo e ir, poco a poco, sentando las bases para ese cambio de paradigma tan necesario.

Heckel contó que una de las cosas que aprendió en India es que la supervivencia no depende de tu lucha sino de tu actitud, y que todos y cada uno de nosotros tenemos algo que compartir con el mundo. Su sugerencia es que empecemos a sentir en lugar de pensar, que pongamos atención en lo que sentimos más que en lo que pensamos y que comencemos a desarrollar el cuerpo emocional (afirma que el ser humano ha desarrollado el cuerpo físico y el cuerpo mental pero ha dejado de lado el emocional). Propone activar el corazón y, desde ahí, influir en nuestro entorno de forma positiva para crear una atmósfera de felicidad.

Y, ¿por dónde empezar?, ¿cómo hacerlo? “Se puede empezar desde la respiración,” –afirma Heckel– “respirar y llevar la presencia al corazón. La voluntad y la intención están relacionadas con la respiración. Si llevas tu atención al corazón, llevarás allí tu voluntad, tu intención y, en consecuencia, tus actos. Tu misión no es cambiar el mundo sino cambiar tu actitud y crear, así, una onda expansiva de positividad y de amor”.

A mí, me convenció…

jueves, 20 de noviembre de 2014

La resignación es un suicidio cotidiano



Hoy quiero compartir otra interesante entrevista de Ima Sanchís en La Contra de La Vanguardia:


Luis Galindo, físico y psicólogo, líder del movimiento Reilusionarse
Tengo 56 años. Nací en Zaragoza y vivo en Madrid. Casado, tengo dos hijos. Soy formador y conferenciante en motivación y liderazgo. Los políticos deberían propiciar ambientes en los que las personas saquen lo mejor de sí mismas. Soy católico practicante.


La resignación es un suicidio cotidiano.

...o un signo de madurez.
Déjeme que le cuente una historia.

Adelante.
Cada mañana, Emilio, un barrendero de 48 años, hacía su recorrido con la escoba por el barrio madrileño de Las Tablas. Cuando pasaba frente a la valla del colegio a la hora del recreo cantaba acompañado de su escoba la canción de Bob Esponja.

¿Los niños le coreaban?
La respuesta era entusiasta, le esperaban. Un día alguien lo grabó y colgó su show en la red, y Emilio se hizo famoso y optó por volver a la discreción.

¿Ya era tarde?
Sí, en Twitter clamaban por su vuelta, reclamaban la necesidad de su actitud. "El barrendero ya no canta", se lamentaban. Y los niños seguían esperándole.

Debía de estar aterrorizado, el pobre Emilio.
Temía que el Ayuntamiento de Madrid le despidiera, pero no fue el caso. "Yo también echo de menos a los niños", confesó cuando RTVE le localizó. El hombre no canta muy bien, y la calidad de la grabación era bastante mala, pero llamó la atención por su ternura, inocencia y alegría. Y ahí sigue cantando con su escoba.

La alegría es muy contagiosa.
Y también el sinsentido. En esta sociedad casi hay que pedir perdón si estás contento con tu trabajo, si estás enamorado de tu pareja, si te gusta tu vida... Lo malo pesa demasiado.

...y eclipsa lo bueno.
Sí, como el millón y medio de personas que diariamente hacen voluntariado en este país, muchos de ellos con pocos recursos. A esa gente nadie le aplaude.

Que reciban nuestro aplauso.
Llevamos veinte años siendo líderes mundiales de trasplantes de órganos, y eso quiere decir que este país es generoso. Somos un pueblo extraordinario con gente extraordinaria.

Pues algo falla.
Yo vengo del mundo de los recursos humanos, y cuando me preguntan si una empresa tiene futuro, lo primero que hago es analizar el capital humano, y España tiene millones de personas competentes, lo que hace falta es que la gente que las dirige, tanto en el ámbito político como en el empresarial, sea un ejemplo. Hay que regenerar a los de arriba.

¿Cómo?
Hay que trabajar los valores, y empezar por uno mismo. El ser humano necesita sentir que lo que hace tiene sentido, yo en las grandes compañías no veo a nadie con brillo en los ojos, y voy a las monjitas de San Juan de la Cruz y lo veo. ¿Por qué, si son bajitas, feas y gorditas, y encima trabajan sin cobrar?

...
Hemos creado organizaciones muy productivas, pero sin alma. Hay que vivir con pasión.

Pasión todo el rato es un estándar un poco alto.
Cuando Nelson Mandela llevaba 13 años de condena y le quedaban 14 más -que cumplió-, escribió: "No podrás vivir con auténtica pasión si te conformas con llevar una vida que es menos de lo que eres capaz de vivir". Si puedes llevar una vida de pareja de 7, no te conformes con un 6; si puedes ser una hija de 6, no seas una hija de 5; si puedes ser una madre de 8, no lo seas de 7, si puedes ser un profesional...

Entiendo.
A menudo somos tacaños con nuestra vida. Damos mucho menos de lo que podemos dar, y estoy hablando de ternura, comprensión, amabilidad y amor. A muchos ejecutivos de primer nivel les pregunto: "¿Cuánto tiempo hace que no abrazas a tu madre?".

¿Y?
Demasiado tiempo, les da apuro.

Ya.
Hay que entrenarse. Luchar contra la resignación. Detesto esa frase: "Es que yo soy así"... ¡Ponte las pilas, cabrón!

Ssssssh.
El ocio también hay que cuidarlo. Hay una gran diferencia entre el ocio pasivo y el ocio activo. No tiene nada que ver poner ilusión: "¡El domingo madrugamos y nos vamos a caminar!" o "¡Vamos al mercado, compramos y preparamos un arroz buenísimo!", que hacer zapping delante de la tele o echar la tarde en un centro comercial.

Pensar cansa.
El 80 por ciento de la gente practica el ocio pasivo, consumen su fin de semana, es un ocio que te deja vacío.

La ilusión es un bien escaso.
Es un motor importantísimo: cuando hablas de futuro con ilusión, mañana o el año que viene, el cerebro produce endorfinas. Y otra cosa: ser amable es muy rentable.

Dicho así...
Cuando somos agradecidos, la huella perdura en la zona prefrontal izquierda del cerebro (donde guardamos los pensamientos positivos) seis meses después. Es un estudio de Robert Edmon, que lleva 40 años investigando el agradecimiento, y concluye que las más felices son las personas agradecidas.


Lo bueno
Reilusionarse es un movimiento que se resume en un libro (Reilusionarse, Alienta Editorial) y que tiene 70.000 seguidores en la red. Su impulsor, adalid del optimismo inteligente, da conferencias por medio mundo e imparte seminarios de motivación y liderazgo a empresas (comité de dirección del Grupo Santander, de La Caixa, Telefónica, Garrigues, Microsoft, Zurich, BMW, Volvo...). Habla tan deprisa que a veces no le entiendo. "¡Es usted un nervio!", le digo (hace tres años sufrió un infarto). "Digamos que soy intenso y, con o sin infarto, sigo dando el cien por cien, porque necesito sentirme orgulloso de lo que hago. Urge poner en valor todo lo bueno que tenemos".


(Entrevista por Ima Sanchís en La Contra de La Vanguardia)

lunes, 17 de noviembre de 2014

Los cuatro enemigos del hombre (y de la mujer) de conocimiento

(Leonora Carrington: "Syssigy")


“Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es indeterminado; su intención no es dirigida. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de las dificultades del aprendizaje.

Empieza a aprender así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más (…). Lo que se aprende no es nunca lo que él había imaginado. Y así se comienza a tener miedo. El aprendizaje no es nunca lo que uno espera. Su propósito está (…) en el otro lado del campo de batalla. Y así él tropieza con el primero de sus enemigos: ¡con el miedo! (…) Si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo pondrá fin a su búsqueda (…).
Si uno, aun lleno de miedo, no se detiene, llega el momento en el que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de sí (…). Una vez que el hombre ha conquistado el miedo, está libre de éste por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad, una claridad de mente que borra el miedo.

Para entonces, el hombre conoce sus deseos y sabe cómo satisfacerlos. Puede prever nuevos pasos en el aprendizaje, y una claridad nítida de mente lo ilumina todo. El hombre siente que nada está oculto. Y así se ha tropezado con su segundo enemigo: ¡la claridad!
Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega. Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Si el hombre cede ante este poder ilusorio, entonces ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender (…). Él podrá convertirse en un guerrero impetuoso o en un payaso (…), pero ya no aprenderá ni ansiará nada más.

(Si él vence este enemigo), sabrá entonces que el poder, tanto tiempo perseguido, es suyo por fin. Su deseo es la regla. Él ve claro todo alrededor. Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: ¡el poder! El hombre en esta etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de pronto, sin saber, pierde la batalla. Su enemigo lo transforma en un hombre cruel, caprichoso.
El hombre, vencido por el poder, muere sin saber realmente cómo manejarlo. El poder es sólo una carga en su destino.
¡Tiene que vencerlo seguramente! Tiene que darse cuenta de que el poder, supuestamente conquistado por él, no es nunca suyo en realidad. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que sabrá cómo y cuándo usar su poder. Y así vencerá a su tercer enemigo.

¡(El cuarto enemigo es) la vejez! Este enemigo es el más cruel de todos, el único al que el hombre no puede vencer por completo, sino que solamente puede hacer retroceder. Este es el tiempo en el que el hombre siente un deseo persistente de descansar. Si cede ante su deseo de acostarse y olvidarse, si se arrulla en la fatiga, perderá la última batalla y su enemigo lo reducirá a una débil criatura vieja. Su deseo de retirarse vencerá toda su claridad, su poder y su conocimiento. Pero si el hombre se sacude el cansancio y vive su destino hasta el fin, puede entonces ser llamado el hombre de conocimiento, aunque sea tan sólo por eso momentito en que logra ahuyentar a su enemigo invencible. Ese momento de claridad, de poder y de conocimiento es suficiente.”


(Carlos Castaneda: “Las enseñanzas de Don Juan”)