Hay libros que cambian tu rumbo, quizás incluso tu destino.
“El leopardo de las nieves” fue, para mí, hace muchos años, uno de esos libros.
Y hoy, que he sabido la noticia de la muerte de su autor, Peter Matthiessen,
quiero hacerle un pequeño homenaje. Para celebrar su vida. Y para agradecer que
existen libros que nos voltean, que trastocan nuestro mundo, que responden a
preguntas que ni siquiera sabíamos que nos estábamos haciendo y que nos
muestran una realidad nueva, diferente.
Cuando leí “El leopardo de las nieves” estaba pasando por un
proceso de duelo durísimo –como lo son todos, supongo-. Una amiga puso el libro
en mis manos y ese gesto me abrió las puertas de un mundo. Mi vida nunca volvió
a ser la misma pues comencé a recorrer un camino que no sólo calmó mi corazón
sino también serenó mi alma. Comprendí, entonces, que los dioses nunca nos
abandonan, que jamás estamos solos y que, si nos atrevemos a recibir los dones
que se nos otorgan, nuestra vida puede ser absolutamente brillante y luminosa.
Así pues, “El leopardo de las nieves” es una buena noticia.
Gracias infinitas a Peter Matthiessen. Aquí os dejo algunas citas de este gran
libro:
“Pero cuando me tropecé con estas palabras de advertencia, ya
padecía yo lo que ese mismo autor llamaba “la enfermedad de lo infinito”,
pasando de un camino a otro sin comprender que había emprendido una búsqueda y
casi sin pista alguna sobre qué era lo que deseaba encontrar. Sólo sabía que en
el fondo de cada respiración quedaba un vacío que necesitaba llenar.”
“También estoy enamorado de los milagros corrientes: el
murmullo de mis amigos al llegar la noche, los fuegos de enebro humeante en
hornos de barro, los alimentos toscos e insípidos, las privaciones y la
sencillez, la satisfacción de no hacer más que una cosa en cada momento: cuando
cojo la taza azul de estaño, eso es todo lo que hago.”
“La montaña se encierra en su inmovilidad, mi cuerpo se
disuelve en la luz del sol y caen por mis mejillas lágrimas que nada tienen que
ver con el “yo”. Ignoro qué es lo que las hace brotar.”
“En el acto mismo de inhalar aire ahora reside el secreto que
todos los maestros tratan de enseñarnos, aquello que un lama designa como “la
precisión y disponibilidad e inteligencia del presente”. La finalidad de la
práctica de la meditación no es la iluminación; es estar atento incluso en los
momentos que nada tienen de extraordinario, es ser del presente, exclusivamente
del presente, llevar esa conciencia del ahora
a cada suceso de la vida ordinaria. Estar en cualquier otro sitio es “pintar
ojos sobre el caos”. Cuando contemplo los corderos azules, debo contemplar
corderos azules, y no pensar en sexo, en peligros o en el presente, porque este
presente –incluso mientras pienso en él- ha desaparecido ya.”
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Por si queréis saber más sobre el autor, os dejo un enlace a
la entrevista que le hizo, hace un tiempo, mi amigo Albert Padrol. Click aquí.
Gracias...por otro descubrimiento más...todo mi cariño ;.)
ResponderEliminarDe nada, preciosa. Gracias a ti por estar ahí siempre. Beso enorme.
EliminarGracias
ResponderEliminarA ti, Marga. Un abrazo.
EliminarTu recomendación del libro y su autor, ya es una buena noticia.
ResponderEliminar;D
Gracias, Samotracia. Si lees el libro, ya me contarás… Un beso.
EliminarNo conocía el libro ni al autor, gracias por mostrarlo. Estoy deseando leerlo.
ResponderEliminarUn beso
Espero que lo disfrutes tanto como yo, Mónica. Un beso para ti también.
Eliminar"La felicidade es darse cuenta que nada es demasiado importante."
ResponderEliminarO de que todo lo es… ;-)
EliminarComo siempre, iluminas a nuestro saber!!
ResponderEliminarGracias, Elena, lo leré, sin duda!!
Besos
Dayse
Espero que te guste, ya me contarás, Dayse. A la vuelta de Semana Santa, nos vemos sin falta, ¿vale?
EliminarUn abrazo muy muy grande.