Imagen de Zhang Jingna
Muchos de los grandes sabios de todas las tradiciones han
hablado sobre la necesidad de convertirse en guerrero. Un guerrero –ya todos
lo sabemos- no es el que vence a los otros sino el que consigue vencerse a sí
mismo.
Yo intento ser una guerrera. Y me sucede últimamente que,
cada vez que me tropiezo con un problema, una incomodidad, un enfado, un
malentendido o con lo que sea que
consigue perturbar mi “aparente” paz, pienso que se trata de esa gran maestra,
-la vida- entrenándome para hacer de mí una buena guerrera. Y me gusta este
planteamiento porque, entre otras cosas, le quita hierro a cualquiera de las
pequeñas miserias que pueden llegar a descolocarme.
Una guerrera aspira a conseguir una paz “real” y, para ello,
sabe que debe poner límites, decir que no cuando hay que decir que no o decir que sí cuando hay que decir que sí. Una guerrera evita las expectativas, vive al día y permite
que la vida la sorprenda. Una guerrera
tiene claro que no va a gustarles a todos y no gasta energía luchando en ese tipo
de batallas. Una guerrera destierra la culpabilidad pues admite que se puede
equivocar, pero acepta las consecuencias de sus errores, los reconoce, los
repara si puede, y sigue adelante. Una guerrera tampoco busca culpables afuera, sino que asume la responsabilidad de sus estados de ánimo, de sus alegrías y de
sus tristezas. Una guerrera sabe que puede morir mañana, y no pierde el tiempo
dando explicaciones innecesarias, aplazando decisiones que deben tomarse o
acciones que deben realizarse. Una guerrera comprende que todos los dragones
que encuentra en su camino han surgido en su interior, y los reconoce como necesarios, pues sabe que
forman parte de su entrenamiento. Una guerrera siente miedo a veces, y lo mira cara a
cara y lo atraviesa y descubre que -detrás- no hay más que humo. Una guerrera
observa, escucha y tiene paciencia. Una guerrera se observa, se escucha y se
respeta. Una guerrera no juzga ni pone etiquetas, sino que se entrega a lo que la vida le trae. Porque acepta, asume y agradece la
sabiduría inherente a todo momento presente.
No sé si conseguiré ser una buena guerrera. No sé si
alcanzaré esa paz real, esa plenitud serena. Pero sí sé que estoy poniendo toda mi
energía, toda mi fuerza y todo mi corazón en ello.
Elena Almirall Arnal
Muchas gracias por este texto! Me ha venido en el momento que más lo necesito.. Ayer perdí esa calma interna por uno de mis miedos, volveré a luchar por recuperar esa paz y como bien dices, cuando el miedo vuelva a aparecer, atravesarlo para darme cuenta que no es más que humo. Me ha encantado, gracias por compartir!
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, ainabasa, me alegra que te haya venido bien el texto. Me encantan esas sincronicidades... un abrazo fuerte.
EliminarMuchisimas gracias. excelente entrada. Gracias, Gracias!
ResponderEliminar<3 gracias a ti, Unknown!
EliminarMuchisimas Gracias, Excelente articulo. Gracias, Gracias
ResponderEliminarGracias a ti, Orlando! Un abrazo.
EliminarQué lindo blog! Es cierto lo último que decis. Tal vez uno nunca alcance esa paz interior tan deseada, pero es bueno buscarla al menos. Eso ya hace la diferencia. Saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias, Valeria, me alegra que te guste el blog. <3
EliminarPrecioso texto Elena. Gracias por tu sabiduría y por compartirla. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Mónica. Toda esta sabiduría no es mía, se la debo a los maestros que han pasado por mi vida. Yo sólo intento aplicarla, con mayor o pero suerte... ;-)
EliminarUn abrazo.
Muchas gracias Elena por este bonito texto. Ha sido agradable leerte y comprobar que hay mas guerreros por el mundo, intentando mejorarse y superarse a diario sin culpar a nadie de sus errores y afrontado la vida con decisión. Por aquí tienes a otro guerrero. GRACIAS.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Antonio. Qué bueno es encontrar compañeros de camino. Encantada de conocerte. Un abrazo.
EliminarAl final de algunas jornadas una guerrera se ha de plantear si matar o dejarse matar. Esa es la cuestión. Al final de la vida la respuesta resulta más sencilla, la guerrera ha dejado de valorarse como tal o cual, incluso como guerrera...... siempre acabará muriendo, pero satisfecha.
ResponderEliminarMientras sea satisfecha... me apunto! ;-)
EliminarUn abrazo fuerte, emejota.
Hola Elena. Gracias por compartir este bello texto.
ResponderEliminarMe apunto, como aspirante a guerrera. Es un duro entrenamiento, pero placentero.
Saludos desde Argentina
Qué bien que te apuntes, Karina! Bienvenida al club de las guerreras ;-)
EliminarUn abrazo y muchas gracias por tu visita y tu comentario.