Hace unas semanas vi anunciada la nueva película de Paco
Arango, Lo que de verdad importa.
Inmediatamente supe que iría a verla. No sólo porque es una película benéfica,
cuya recaudación se destinará a niños con cáncer, o porque el tráiler parecía
mágico y prometedor, sino también porque me dejó pensando sobre qué es lo que
de verdad importa.
Supongo que cada persona, dependiendo de sus circunstancias,
tiene su propia respuesta a eso. Yo, tras salir de ver la película, me quedé
pensando en la mía. Y puedo decir que, para mí, lo que de verdad importa, lo
único que de verdad -de verdad- importa, es amar. Y cuando hablo de amar no me
refiero a la pareja, que también. Cuando hablo de amar me refiero a levantarte
por la mañana y decidir sonreír. Cuando hablo de amar me refiero a ver – realmente
VER - a todas y cada una de las personas con las que te cruzas durante el día.
Me refiero a hablar con amabilidad, a escuchar con atención, a reconocer con cariño.
Cuando hablo de amar me refiero a apreciar, a comprender, a agradecer. Para mí,
amar es, como decía el gran José Luis Martín Descalzo, “tener el corazón
líquido”, desbordado de ternura. Por todo. Y por todos.
No voy a explicar de qué va la película. Os recomiendo ir a
verla. A mí, Lo que de verdad importa
me gustó. No soy crítica de cine pero salí de la sala alegre, positiva y feliz.
No sé nada sobre técnicas cinematográficas pero sí sé que hay cosas que me dan
buen rollo y me abren el corazón. Esta película lo hizo. Gracias, Paco Arango.
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