(Imagen de Google)
Hace un tiempo, Inma me envió (mil gracias) esta bonita
historia que quiero compartir:
“Estaba el Buda meditando en la espesura junto a sus
discípulos, cuando se acercó un detractor espiritual que lo detestaba y aprovechando
el momento de mayor concentración del Buda, lo insultó lo escupió y le arrojó
tierra.
Buda salió del trance al instante y, con una sonrisa plácida,
envolvió con compasión al agresor; sin embargo, los discípulos reaccionaron
violentamente, atraparon al hombre y alzando palos y piedras, esperaron la
orden del Buda para darle su merecido.
Buda percibió en un instante la totalidad de la situación, ordenó
a los discípulos que soltaran al hombre y se dirigió a este con suavidad y
convicción diciéndole:
-“Mire lo que usted generó en nosotros, nos expuso como un
espejo muestra el verdadero rostro. Desde ahora le pido por favor que venga
todos los días a probar nuestra verdad o nuestra hipocresía. Usted vio que en
un instante yo lo llené de amor, pero estos hombres que hace años me siguen por
todos lados meditando y orando, demuestran no entender ni vivir el proceso de
la unidad y quisieron responder con una agresión similar o mayor a la recibida.
Regrese siempre que desee, usted es mi invitado de honor.
Todo insulto suyo será bien recibido, como un estímulo para ver si vibramos
alto o si el ver la unidad en todo es sólo un engaño de la mente”.
Cuando escucharon esto, tanto los discípulos como el hombre,
se retiraron de la presencia del Buda rápidamente, llenos de culpa, cada uno
percibiendo la lección de grandeza del maestro y tratando de escapar de su
mirada y de la vergüenza interna.
A la mañana siguiente, el agresor, se presentó ante Buda, se
arrojó a sus pies y le dijo en forma muy sentida: “No pude dormir en toda la
noche, la culpa es muy grande, le suplico que me perdone y me acepte junto a
Usted”.
Buda con una sonrisa en el rostro, le dijo: “Usted es libre
de quedarse con nosotros ya mismo; pero no puedo perdonarlo”
El hombre muy compungido, le pidió que por favor lo hiciera,
ya que él era el maestro de la compasión, a lo que el Buda respondió: “Entiéndame,
claramente, para que alguien perdone, debe haber un ego herido; solo el ego
herido, la falsa creencia de que uno es la personalidad, es quien puede perdonar,
después de haber odiado o resentido, se pasa a un nivel de cierto avance, con
una trampa incluida, que es la necesidad de sentirse espiritualmente superior,
a aquel que en su bajeza mental nos hirió. Solo alguien que sigue viendo la
dualidad, y se considera a sí mismo muy sabio, perdona, a aquel ignorante que
le causó una herida”.
Y continuó: “No es mi caso, yo lo veo como un alma afín, no
me siento superior, no siento que me haya herido, sólo tengo amor en mi corazón
por usted, no puedo perdonarlo, sólo lo amo. Quien ama, ya no necesita
perdonar.”
El hombre no pudo disimular una cierta desilusión, ya que las
palabras de Buda eran muy profundas para ser captadas por una mente llena
todavía de turbulencia y necesidad, y ante esa mirada carente, el Buda añadió
con comprensión infinita: “Percibo lo que le pasa, vamos a resolverlo: Para
perdonar, ya sabemos que necesitamos a alguien dispuesto a perdonar. Vamos a
buscar a los discípulos, en su soberbia están todavía llenos de rencor y les va
a gustar mucho que usted les pida perdón. En su ignorancia se van a sentir
magnánimos por perdonarlo, poderosos por darle su perdón, y usted también va a
estar contento y tranquilo por recibirlo, va a sentirse reasegurado en su ego
culposo y, así, más o menos, todos quedarán contentos y seguiremos meditando en
el bosque como si nada hubiera pasado.”
Y así fue.”
Brutal Leni!!!!
ResponderEliminarSíiiii ;-) Un petonàs, Marina.
EliminarUna gran lección de Humildad y Sabiduría. Gracias Elena, es bueno recordar estas cosas para poder vivir rodeados de Paz. Bss
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, MJo. Estoy totalmente de acuerdo con que estas lecciones son importantes y nos ayudan en el camino. Un beso grande.
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