Últimamente vengo pensando en que nosotros mismos nos
impedimos, muchas veces, ver la belleza o sentir el amor. Creo que tenemos unas
ideas preconcebidas sobre dónde está la belleza o cómo se debe sentir el amor.
Y nunca nos permitimos explorar más allá de dichos límites autoimpuestos.
El invierno pasado viajé a Roma con un grupo de estudiantes y
me llamó muchísimo la atención que no tuvieran ningún interés por entrar en la
iglesia de San Pietro in Vincoli, que alberga la famosa escultura de Moisés de Miguel Ángel. “Es que no somos
cristianos y no lo entendemos”, me dijeron. Y yo, entonces, me pregunté, ¿hay
que entender o simplemente hay que mirar, descubrir y sentir? Es cierto que si
conoces el contexto o sabes lo que intenta expresar el autor, el arte se vuelve
más cercano pero también es verdad –creo- que hay obras que tienen fuerza y
sentido independientemente de lo que sepas de ellas. El impresionante Moisés,
con su mirada profunda, su perfecta anatomía y esos rayos de luz que presiden
su cabeza no necesita demasiadas explicaciones. Quizás sólo hay que tener la
mirada dispuesta, el corazón abierto.
Algo similar sucedió un día que colgué un texto firmado por
el Papa. El texto era maravilloso pero hubo una amiga que me dijo “Vaya mierda
de texto” y me di cuenta de que lo que le molestaba era la firma, porque tiempo
antes había colgado uno similar del Dalai Lama y le había encantado.
Creo que con el amor pasa algo parecido. Están los que buscan
pareja desesperadamente, los que tienen miedo al compromiso, los que ponen
barreras, los que tienen el corazón cerrado. Hay mil excusas diferentes para no
permitirse sentir, disfrutar, amar. De hecho, recuerdo que alguien me dijo una
vez que lo contrario del amor no es el odio, sino el miedo…
Y, tras pensar todo esto, me digo a mí misma: Elena, revisa
tus excusas. Limpia tu mirada. Abre tu corazón. Permítete ver, sentir,
disfrutar. Permítete amar. Lo que venga, como venga, cuando venga.
Yo creo que la Belleza y el Amor no se pueden definir; la Belleza es y el Amor es. Son conceptos universales y como tales existen. Después está nuestra mirada subjetiva de ellos (de los conceptos). Lo que a mi me parece bello o amoroso puede que no te lo parezca a ti. Pero en el caso que nos ocupa, el grupo de estudiantes que no tenía interés en ver el Moisés de Miguel Angel porque no son cristianos, es una falacia, y no lo digo de forma peyorativa. Se trata de que aprecien el arte, el sentimiento, la fuerza, la lucha del escultor ante su obra. Ahí no caben religiones, ahí solo cabe querer ver la belleza y el sentimiento trágico del autor, su contienda sobre su obra; hay que saber ver más allá de nuestros propios prejuicios, las religiones no pueden ni deben hacernos renunciar a conceptos tan universales como la Belleza o el Amor y si lo hacemos estamos cayendo en la ignorancia. Dicho todo con mucho respeto.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Mónica. Gracias por la visita y el comentario. Un abrazo.
EliminarNo todo el mundo vibra a la misma frecuencia, y por esto a los mismos estimulos, unos resuenan y otros no. Esto no es bueno ni es malo, es distinto. me cuesta resonar con una cancion en ingles que no entiendo la letra (sin contar que solo la melodia me pueda hacer vibrar), sin embargo me puede conmover la mirada de Moises de Miguel Angel. Probablemente mis hijos son la viceversa.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con que a cada persona las cosas les suenan o resuenan de una forma y que no a todos nos resuena lo mismo pero también pienso que es una pena que un prejuicio, un miedo o una idea preconcebida no te deje descubrir si con eso resuenas o no. Un petonàs, company! ;-)
EliminarMirar sin prejuicios, porque la belleza se puede ver en muchos sitios si somos capaces de abrir nuestra mirada sin rechazar otras creencias, y sin descartar aquello que no es parte de nuestra manera de sentir. Abrir la mente para entender y apreciar lo que es diferente.
ResponderEliminarUn abrazo
Eso!!! ;-)
EliminarUn abrazo, Unknown!
Efectivamente, lo contrario del amorf es el miedo. Tenemos miedo a hacernos daño o a que nos lo hagan y, por eso, ponemos barreras al amor.
ResponderEliminarTal cual. Es una pena pero es así. Saberlo es un primer paso. El segundo es "desconectarlo" ;-)
EliminarUn abrazo, Chesús.
Estamos cargados de prejuicios que al final nos impiden crecer, abrirnos a otros pensamientos, alargar nuestra mirada más allá de nuestro mundo o nuestra realidad, dejarnos llevar y sorprender por la verdad y la belleza que existe en cada obra y en cada palabra construida y pronunciada con el propósito (estoy segura) de hacer del hombre en cualquier época, de cualquier cultura o religión, un ser mejor.
ResponderEliminarUn saludo.
Mariola
Totalmente de acuerdo, Mariola. Gracias por tu comentario. Me ha encantado. Un abrazo.
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