(Si no has visto la película y tienes
intención de verla, no leas esta entrada…)
Hace unas semanas vi La
vida de Pi y me sucedió lo que sucede tras ver una buena película, leer un
buen libro o compartir una conversación interesante: días después todavía
estaba dándole vueltas. Por ello, la comenté con varias personas pero me chocó
muchísimo darme cuenta de que cada uno había entendido el final de la película de
forma diferente. Eso me llevó a buscar en internet opiniones, críticas o
comentarios para tratar de saber más sobre el tema.
Después de debates y lecturas, me gustaría compartir mis pensamientos
porque me parece que es una película interesantísima.
Últimamente, he llegado a la conclusión de que existen diferentes
niveles de Realidad. Y, concretamente, en lo que se refiere a la película, creo
que se habla de un nivel mental y de un nivel espiritual.
A nivel mental se distinguen dos historias:
1. Pi comienza el viaje en el bote salvavidas con
una cebra, un orangután, una hiena y un tigre llamado Richard Parker. La hiena
mata a los dos primeros y, después, el tigre termina con ella. El resto del
viaje lo harán Pi y el tigre.
2. Pi
empieza el viaje acompañado por su madre (el orangután), el cocinero (la hiena)
y un marinero (la cebra) pero acaba pasando solo los 227 días en el bote. Esta
versión es mucho más cruda, dolorosa y difícil de aceptar porque supone que el
cocinero ha matado a la madre y al marinero y, después, Pi ha acabado con él. En este
caso, la mente de Pi inventaría una historia mágica y fabulosa que le haría
soportable el dolor de haberse topado de bruces con la animalidad humana, con
su propio salvajismo. En esta versión, Pi es el tigre, es su parte animal, su
instinto de supervivencia, su ego.
En este punto, el
espectador puede elegir la versión que prefiere, y eso supone una oportunidad
de introspección: ¿soy una persona que cree solamente en las cosas que puede
ver y que tienen sentido? O, por el contrario, ¿soy una persona que cree en la
magia y en los milagros? ¿Soy una persona que no quiere ver/reconocer su parte
oscura? O, por el contrario, ¿soy muy consciente de mis zonas oscuras y las he
integrado (o intento hacerlo)?.
Sobre esto, discutí largo y tendido con mi hermano. Un debate
que fue muy interesante y enriquecedor pero sobre el que no había manera de que
nos pusiéramos de acuerdo.
Y eso me acabó llevando a otra conclusión, en este caso, a
nivel espiritual. Entre una y otra versión mental discurre una historia mucho
más importante. Una historia que es igual en ambos casos. Una historia que
cuenta el viaje iniciático de Pi. En ella, no importa si va solo o va con un
tigre. En ella, eso no son más que juegos mentales que nos acaban distrayendo
de lo que verdaderamente importa.
Importa que Pi recibe un nombre lleno de simbolismo (número
sagrado que expresa la relación entre la unidad y la multiplicidad). Importa
que Pi, ya desde niño, busca a Dios por varias vías (Hinduismo, Cristianismo,
Islam). Importa que Pi lucha por su supervivencia hasta que, abatido y
desesperado, lleno de dudas y sin fe, grita en medio de una tormenta: “He
perdido a mi familia, me lo has quitado todo, ¿qué más quieres de mi?” Y,
finalmente, importa –y, en mi opinión, este el momento cumbre de la película-
que Pi se da cuenta de que va a morir y abandona la lucha. Se rinde y, al
rendirse, recupera la fe: “Dios, gracias por haberme dado la vida. Estoy
preparado.”
Llega así al final de su viaje iniciático. Abandona la lucha,
se pone en manos de Dios. “Hágase Tu Voluntad”. Pi ha cruzado el umbral. Ya no
existe el miedo. Ya no hay duda. Tan solo entrega. Tan solo Amor.
Y este es, en mi opinión, el mensaje de La vida de Pi: los juegos mentales, pertenecientes
a la realidad material, pueden ser interesantes y pueden ayudarte a conocerte a ti mismo, a descubrir tus luces y tus sombras y a evolucionar, pero pueden también llegar a atraparte y a bloquearte. No te dejes inmovilizar por ellos. Pon tu atención en lo que verdaderamente importa. Pon tu atención en
el aquí, en el ahora, en la aceptación, en la entrega. En el Amor.
me gratifica leer tu análisis; me cierran un montón de dudas, que yo en mi reflexión, no había conseguido. Entonces puedo agregar: todas las lecturas están incluidas: Es el valor, la riqueza de esta película, para tener la mirada abierta como dices, y al decir de Borges, hay muchos mundos pero están en éste.
ResponderEliminarTambien me recuerda a la amplitud de lecturas posible e incluíbles, de El Arbol de la Vida (T.Malick)
Muchas gracias, lucia. Me alegra que te haya sido útil el análisis. La verdad es que yo le he dado muchas vueltas y la he disfrutado mucho. De hecho, tengo ganas de volver a verla!!! ;-)
EliminarMe encanta esa cita de Borges, gracias por compartirla. Un abrazo.
Yo estoy completamente de acuerdo con todo lo que escribes sobre la película, sin duda, ambas historias llevan a la misma conclusión, que Pi alcanzó un profundo conocimiento de sí mismo, como resultado de su búsqueda de Dios!!! Pero lo que a mi me resulta chocante es la incapacidad de la mayoría de personas por "creer" que Pi viajó realmente con un tigre!! ¿Porqué es tan difícil de creer? Los dos japoneses que tienen que rendir cuentas a la empresa, le piden "la historia real", pero la magia del viaje fantástico, de Simbad, de Ulises, de Dante, de Moises, etc., miles de personas creyeron la realidad de sus relatos, los consideraron reales!! Sólo hoy nos preguntamos qué vio en realidad Dante, o Ulises, o Simbad, hasta se intentan dar explicaciones científicas de lo que sucedió en el Mar Rojo o en Egipto!! Ya no somos capaces de creer en los prodigios.... no me mola nada esta frase: "¿soy una persona que cree en la magia y en los milagros? ¿Soy una persona que no quiere ver/reconocer su parte oscura? O, por el contrario, ¿soy muy consciente de mis zonas oscuras y las he integrado (o intento hacerlo)?" ¿Porqué una persona que cree en los milagros y en la magia no quiere ver o reconocer su parte oscura? ¿Porqué una persona "consciente" no es capaz de creer en la magia y los milagros? Creo sinceramente que cuanto más conoces tu parte oscura más crees en la magia y en los milagros, pues esa parte oscura brota del pozo común de donde viene toda magia: el inconsciente!! Y sino, mira a Jung, que definió tan bien las partes oscuras del alma y no solo creía en los milagros y la magia, sino que también la hacia!! Besitos,
ResponderEliminarEl tema da mucho de sí. De hecho, me gustaría pensarlo un poco más antes de responder, para clarificar las ideas. Pero, después de leer tu comentario, me ha venido a la cabeza una cosa: hace unos meses, nuestros sobrinos me hicieron pensar sobre la magia, la fe, la inocencia y la credulidad. Cuando llegué a su casa, lo primero que les dije es: ¿sabéis qué? hoy se ha abierto la puerta del ascensor y dentro había...... un pingüino!!!! Joan (6 años) se quedó sorprendido y encantado. Inés (8 años) me dijo: "Tía Elena, esto no es verdad". Entonces pensé que la frontera entre creer que todo es posible y dejar de hacerlo debe estar sobre los 7 años. Cuando eres niño todo parece posible, no te planteas que no sea así. Cuando eres adulto, creer en la magia es una decisión. Y eso me resulta interesante. Pero, ya te digo, me gustaría pensar más sobre ello.
EliminarPor otro lado, una de las cuestiones que planteé a Chandra Swami, ya lo sabes, fue ¿qué hacer si no tienes fe? La fe es una Gracia y no se puede "comprar en el súper".... Pero, por suerte, su respuesta fue esperanzadora.
Seguiremos hablando (seguro, je je). Besos, brother.
LA ROSA DE PARACELSO, J.L. BORGES
ResponderEliminarEn su taller, que abarcaba las dos habitaciones del sótano. Paracelso pidió a su Dios, a su indeterminado Dios, a cualquier Dios, que le enviara un discípulo. Atardecía, el escaso fuego de la chimenea arrojaba sombras irregulares, levantarse para encender la lámpara de hierro era demasiado trabajo, Paracelso, distraído por la fatiga, olvidó su plegaria. La noche había borrado los polvorientos alambiques y el atanor cuando golpearon la puerta, El hombre, soñoliento, se levantó, ascendió la breve escalera de caracol y abrió una de las hojas. Entró un desconocido. También estaba muy cansado. Paracelso le indicó un banco; el otro se sentó y esperó. Durante un tiempo no cambiaron una palabra.
El maestro fue el primero que habló.
-Recuerdo caras del Occidente y caras del Oriente -dijo no sin cierta pompa-, No recuerdo la tuya, ¿Quién eres y qué deseas de mí?
-Mi nombre es lo de menos -replicó el otro-, tres días y tres noches he caminado para entrar en tu casa. Quiero ser tu discípulo. Te traigo todos mis haberes.
Sacó un talego y lo volcó sobre la mesa. Las monedas eran muchas y de oro. Lo hizo con la mano derecha. Paracelso le había dado la espalda para encender la lámpara. Cuando se dio vuelta advirtió que la mano izquierda sostenía una rosa. La rosa lo inquietó.
Se recostó, juntó la punta de los dedos y dijo:
-Me crees capaz de elaborar la piedra que trueca todos los elementos en oro y me ofreces oro. No es oro lo que busco, y si el oro te importa, no serás nunca mi discípulo,
-El oro no me importa -respondió el otro-, estas monedas no son más que una parte de mi voluntad de trabajo. Quiero que me enseñes el Arte. Quiero recorrer a tu lado el camino que conduce a la Piedra.
Paracelso dijo con lentitud:
-El camino es la Piedra. El punto de partida es la Piedra. Si no entiendes estas palabras, no has empezado aún a entender. Cada paso que darás es la meta.
El otro lo miró con recelo. Dijo con voz distinta:
-Pero, ¿hay una meta?
Paracelso se rió.
-Mis detractores, que no son menos numerosos que estúpidos, dicen que no y me llaman un impostor. No les doy la razón, pero no es imposible que sea un iluso. Sé que "hay" un Camino,
Hubo un silencio, y dijo el otro:
-Estoy listo a recorrerlo contigo, aunque debamos caminar muchos años. Déjame cruzar el desierto. Déjame divisar siquiera de lejos la tierra prometida, aunque los astros no me dejen pisarla. Quiero una prueba antes de emprender el camino,
-¿Cuándo? -dijo con inquietud Paracelso.
-Ahora mismo -dijo con brusca decisión el discípulo.
Habían empezado hablando en latín; ahora, en alemán.
El muchacho elevó en el aire la rosa.
-Es fama -dijo- que puedes quemar una rosa y hacerla resurgir de la ceniza, por obra de tu arte. Déjame ser testigo de ese prodigio. Eso te pido, y te daré después mi vida entera.
-Eres muy crédulo -dijo el maestro- no he menester de la credulidad; exijo la fe.
El otro insistió.
-Precisamente porque no soy crédulo quiero ver con mis ojos la aniquilación y la resurrección de la rosa.
Paracelso la había tomado, y al hablar jugaba con ella.
-Eres crédulo -dijo-. ¿Dices que soy capaz de destruirla?
-Nadie es incapaz de destruirla -dijo el discípulo.
-Estás equivocado. ¿Crees, por ventura, que algo puede ser devuelto a la nada? ¿ Crees que el primer Adán en el Paraíso pudo haber destruido una sola flor o una brizna de hierba?
-No estamos en el Paraíso -dijo tercamente el muchacho-; aquí, bajo la luna, todo es mortal.
Paracelso se había puesto en pie.
-¿En qué otro sitio estamos? ¿Crees que la divinidad puede crear un sitio que no sea el Paraíso? ¿Crees que la Caída es otra cosa que ignorar que estamos en el Paraíso?
-Una rosa puede quemarse -dijo con desafío el discípulo.
-Aún queda fuego en la chimenea -dijo Paracelso-. Si arrojaras esta rosa a las brasas, creerías que ha sido consumida y que la ceniza es verdadera. Te digo que la rosa es eterna y que sólo su apariencia puede cambiar. Me bastaría una palabra para que la vieras de nuevo.
ResponderEliminar-¿Una palabra? -dijo con extrañeza el discípulo-. El atanor está apagado y están llenos de polvo los alambiques. ¿Qué harías para que resurgiera?
Paracelso le miró con tristeza.
-El atanor está apagado -repitió-- y están llenos de polvo los alambiques. En este tramo de mi larga jornada uso de otros instrumentos.
-No me atrevo a preguntar cuáles son -dijo el otro con astucia o con humildad.
-Hablo del que usó la divinidad para crear los cielos y la tierra y el invisible Paraíso en que estamos, y que el pecado original nos oculta. Hablo de la Palabra que nos enseña la ciencia de la Cábala.
El discípulo dijo con frialdad:
-Te pido la merced de mostrarme la desaparición y aparición de la rosa.
No me importa que operes con alquitaras o con el Verbo.
Paracelso reflexionó. Al cabo, dijo:
-Si yo lo hiciera, dirías que se trata de una apariencia impuesta por la magia de tus ojos. El prodigio no te daría la fe que buscas: Deja, pues, la rosa.
El joven lo miró, siempre receloso. El maestro alzó la voz y le dijo:
-Además, ¿quién eres tú para entrar en la casa de un maestro y exigirle un prodigio? ¿Qué has hecho para merecer semejante don?
El otro replicó, tembloroso:
-Ya sé que no he hecho nada. Te pido en nombre de los muchos años que estudiaré a tu sombra que me dejes ver la ceniza y después la rosa. No te pediré nada más. Creeré en el testimonio de mis ojos.
Tomó con brusquedad la rosa encarnada que Paracelso había dejado sobre el pupitre y la arrojó a las llamas. El color se perdió y sólo quedó un poco de ceniza. Durante un instante infinito esperó las palabras y el milagro.
Paracelso no se había inmutado. Dijo con curiosa llaneza:
-Todos los médicos y todos los boticarios de Basilea afirman que soy un embaucador. Quizá están en lo cierto. Ahí está la ceniza que fue la rosa y que no lo será.
El muchacho sintió vergüenza. Paracelso era un charlatán o un mero visionario y él, un intruso, había franqueado su puerta y lo obligaba ahora a confesar que sus famosas artes mágicas eran vanas.
Se arrodilló, y le dijo:
-He obrado imperdonablemente. Me ha faltado la fe, que el Señor exigía de los creyentes. Deja que siga viendo la ceniza. Volveré cuando sea más fuerte y seré tu discípulo, y al cabo del Camino veré la rosa.
Hablaba con genuina pasión, pero esa pasión era la piedad que le inspiraba el viejo maestro, tan venerado, tan agredido, tan insigne y por ende tan hueco. ¿Quién era él, Johannes Grisebach, para descubrir con mano sacrílega que detrás de la máscara no había nadie?
Dejarle las monedas de oro sería una limosna. Las retornó al salir. Paracelso lo acompañó hasta el pie de la escalera y le dijo que en esa casa siempre sería bienvenido. Ambos sabían que no volverían a verse.
Paracelso se quedó solo. Antes de apagar la lámpara y de sentarse en el fatigado sillón, volcó el tenue puñado de ceniza en la mano cóncava y dijo una palabra en voz baja. La rosa resurgió.
Me encantó. Qué grande es Borges.
EliminarTú, más que nadie en este mundo, sabes lo que pienso de la magia... Y conoces mi interés por todo lo que es mágico. Pero también creo que hay que distinguir entre lo que es mágico y lo que no. Bueno, déjame que piense un poco más sobre el tema. Nos está dando de sí, eh!!!!
Muaks.
Muy interesante, es el camino del digamos "postulante". Lo importante es reconocer la propia naturaleza, cambiante sin duda y dependiente de las encrucijadas espacio temporales diversas que hay que afrontar. Mi experiencia me dice que cuando pasan una "jartá" de años la naturaleza sabia tiende a doblegarse con más facilidad. Algunos afortunados lo consiguen, otros son doblegados a la fuerza antes de su tiempo considerado natural por una encrucijada muy superior a sus energías para superarla. Así de simple.... y mecánico. Luego los humanos envolvemos la experiencia del papel de color que más nos agrade y le ponemos nombres para quedarnos más tranquilos y hacer gala de nuestra condición racional. Bss.
ResponderEliminarPienso que es bueno reconocer la propia naturaleza, como tú dices, emejota. Y verla cambiar y volver a reconocerla. Y saber que eres una y eres otra. Que los eventos externos nos influyen y nos cambian es cierto (y menos mal que lo hacen!!!!) pero el cómo los encajemos eso ya es cosa nuestra. Está bien ser racional pero también es bueno dejar espacio a la magia y a la sorpresa, creo....
EliminarUn abrazo fuerte.
R. Steiner dice en su libro "Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores" que la fe es un sentimiento que se puede cultivar, es cuestión de explorar el sentimiento de respeto y admiración que alguna vez en la vida te haya inspirado alguien y cultivar ese sentimiento!! Según Steiner no es posible iniciar el camino hacia el conocimiento superior sin tener fe, y esa capacidad de admirarse por algo que nos parece "superior" a nosotros!! Supongo que eso es lo que esperaba Paracelso de su discípulo, y Pi de quién escuchaba su relato...
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. De hecho, es lo que me respondió Swamiji..... ;-)
EliminarPara los incrédulos, Paracelso oculta la rosa y Pi les ofrece el otro relato!! jejeje
ResponderEliminarPara los incrédulos o para los muy racionales. Por suerte, hay de todo en la viña del Señor ;-)
EliminarMuaaaaks
Bueno, tal vez es injusto tratar de "incrédula" a la gente en Occidente, hemos perdido la fe en la religión, pero no hemos perdido la fe en absoluto, solo que se la damos a otros, por ejemplo, ¿quién puede demostrar que el hombre llegó a la luna? De mi entorno, absolutamente nadie, y ¿cuánta gente "cree" que el hombre llegó a la luna? Pues una gran mayoría, ¿no? Pues ahí tienes una clara manifestación de fe, pero no en Dios, sino en la ciencia!!! Yo sí creo que hemos perdido cierta ingenuidad, de la que abusaron los religiosos, de manera que decidimos otorgar el privilegio de la fe a los científicos, que nos dan más garantías de certeza, al menos se lo curran un poco más!! Es cierto, que el uso del sentido crítico que nos permite la razón se utiliza, al menos a conveniencia (no siempre, claro está, sino no tendríamos el país como lo tenemos), somos gente crédula pero selectiva, que, cuando interesa, tiene una agudo sentido crítico!! Sin embargo, la credulidad y el sentido crítico son malos compañeros en el camino hacia uno mismo, pues creo que ponen más obstáculos que ayuda, pienso que el buscador debería utilizar una fe viva, basada en la experiencia, y discernimiento en vez de sentido crítico, para poder rechazar aquello que le aleja del objeto de su búsqueda.
ResponderEliminarQuizás lo que pasa es que la gente ya sólo cree lo que puede ver en la tele... Creemos que el hombre llegó a la luna porque vimos esas imágenes. Y ahí ya sí que nadie se cuestiona nada. Mira la película "La cortina de humo", es flipante cómo se puede llegar a manipular a partir de imágenes...
EliminarQuizás entre credulidad y sentido excesivamente crítico estaría la Vía Media...
Estoy de acuerdo en que la fe y el discernimiento son las herramientas más útiles en ese camino hacia el Uno pero el problema es que la fe es una Gracia y que el discernimiento.... tampoco es tan fácil de "conseguir" ya que muchas veces uno se piensa que ve claro algo que no es más que un oscurecimiento mental. Es una pena que no se puedan comprar, no sé, en el súper, por ejemplo (por poner una nota de humor....).
Más besos!
la razón y el corazón,la lucha humana....
Eliminarmachado tenia "razón" se hace camino al andar,cada uno es caminante solitario y su senda es unica y maravillosamente irrepetible.
los caminos se mezclan se entrecruzan se unen ahi tantos como personas en este fascinante mundo.
la fe es un musculo que tienes que trabajar cada dia,mirar al frente porque ahi está la creación siempre hay más.
os quiero a los buscadores de la verdad o eternos rondadores de ella.
er cocinero andalú
Me gusta la idea de que la fe es un músculo, cocinero, así parece más fácil trabajarla....
EliminarUn abrazo.
Bellísima invitación a la entrega, al "aquí y ahora"..
ResponderEliminarGracias
Un Abrazo
Gracias a ti por el comentario, anónimo. Un abrazo.
Eliminarha sido impactante lo que ha escrito no lo había visto de esa manera pero si se que tiene un punto de eso, a mi me ha gustado mucho la película y también me he quedado pensando 2 o 3 días y pienso que es una película muy buena y la debería ver mucha gente y también este comentario.
Eliminargracias por esto.
adiós
Yo también pienso que es una película genial y muy interesante, da mucho que pensar y tiene mucha posibilidad de reflexión... Gracias, anónimo.
EliminarBuena nota, gracias!
ResponderEliminarGracias, Marcos! Saludos.
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