Siempre busco alguna entrada especial para terminar y empezar
el año. Esta vez no ha sido diferente; estaba pensando en qué podía compartir
en esta ocasión, cuando me llegó un mensaje de Juan (mil gracias) enviándome la
entrevista que Silvia Díez hizo a Swami Rameshwarananda Giri Maharaj para la
revista Cuerpomente. Y me pareció que era justamente lo que estaba buscando, creo
que es el mejor regalo de Navidad que puedo haceros. Aquí la tenéis:
“Empezó a meditar con
5 años y a los 47 asegura que unen más los silencios que las palabras. Sin
embargo, su sabiduría alcanza muchos corazones cada día. Swami Rameshwarananda
Giri (Félix Balboa, Bilbao, 1968) ha dedicado su vida a conocerse a sí mismo
tomando el camino del silencio. De la mano de su madre, a los siete años
ingresó en una escuela de hatha yoga donde recibió formación en distintas
disciplinas físicas y mentales. A los 25 años tomó los votos de swami (que en
sánscrito significa "dueño de sí mismo") dentro de la orden Advaita
Vedanta Sannyasin. Actualmente preside la Fundación Phi, que impulsa proyectos
como la Universidad de la Consciencia o la Escuela de Yoga Vedanta y Meditación
de Valencia.
–¿Quién es Swami
Rameshwarananda Giri?
–Recuerdo el día en que tenía que encontrarme con mi maestro
en la India por segunda vez. Estaba muy ansioso. Cuando llegué le encontré
dando un paseo con uno de sus discípulos y él no me reconoció. Empecé a
explicarle quién era dándole datos y más datos. Me dejó largar más de 20
minutos y después de mi largo discurso él seguía sin recordarme. Seguí un poco
más con mis explicaciones hasta que le dijo a su discípulo: "mira, otro
que no sabe quién es". Quería que me diera cuenta de que yo no era quien creía ser.
–¿Es un error común?
–El problema es que creemos tener un yo continuo, pero no es
ni continuo ni sólido y deseamos acrecentar este yo sólido y continuo luchando
inútilmente contra nuestra transitoriedad. Pero todos somos seres únicos y
extraordinarios. Si llegáramos a conectar con eso en profundidad no caeríamos
en la falta de autoestima, no caeríamos en la depresión. Creo que estamos
desbordados por el conocimiento adquirido y que nos focalizamos en cosas
exteriores prestando muy poca atención a lo que sucede en el interior. No nos
damos cuenta de la trascendencia que tiene nuestra presencia en el mundo.
Siempre estamos a la búsqueda de complementarnos con algo o con alguien para
encajar. Lo que hay que investigar es el camino de la libertad y del
"inegoísmo".
–¿Qué es el
"inegoísmo"?
–El diccionario no contempla esta palabra. En oposición a
egoísmo se habla de altruismo y generosidad. Pero hacer el bien no neutraliza
todo el mal que hay en el interior. Sin embargo, aquellos que se aplican de
forma sincera y profunda en resolver todo aquello que no funciona en sí mismos
solo dejan el bien como respuesta. Mucha gente me dice: "yo quiero
paz". Bien, pues quítale el "yo" y el "quiero" y
tendrás paz. Se trata de ser intrépido cuando abordas todo aquello que no
funciona bien en ti. En la medida en que resuelves todo lo que no funciona bien
en ti, tienes un estado natural de apertura hacia todo el que se acerca y ya no
tienes miedo, ni te arrastra la culpabilidad, ni la dependencia, ni las
necesidades, ni el oportunismo. Tienes la opción de actuar o de no actuar. De
expresarte o de no expresarte. La ausencia de "egoicidad" significa
no vivir las cosas como si te pertenecieran, sino manteniendo la mano abierta.
El ego se apropia de cada instante, de cada emoción, de cada
pensamiento… sería algo así como aquel que con toda claridad ha percibido el
movimiento de esas grandes mariposas en Brasil y decidiera compartir esa
experiencia con todos los que viven en Europa. Caza la mariposa, la clava en un
corcho y la pone en una vitrina y la trae hasta aquí. Para mí la inteligencia
es la capacidad de transformar cada instante de tu vida en un momento feliz. Y
eso significa "no hacer", parar y cultivar una mente en silencio.
–¿Qué significa
"no hacer"? Pienso: ‘vale, pero… ¿qué hay que hacer’?
–Significa hacer, pero sin actuar desde el ego. La acción
nace de ti mismo. Es como comprender la diferencia entre conocimiento y
sabiduría. El conocimiento se mueve y se adapta, mientras que la sabiduría es
una y estática. Nos inyectan mucha información, pero no dejamos que se exprese
lo que llevamos en nuestro interior. Es posible que un joven de dieciocho años,
incluso ya en la Universidad, nunca haya abordado la cuestión de qué hacer con
la ira, qué hacer con su ansiedad… tal vez no haya nadie capaz de decírselo,
porque tampoco sus profesores saben qué hacer con su cólera. En la educación no
se permite abordar temas fundamentales a la experiencia humana. Vivimos en una
sociedad altamente tecnológica y organizada, pero a más civilización más
insensibilidad. Buscamos equilibrio pero no está en el exterior por mucho que
nos empeñemos; reside en nuestro interior.
–¿Tenemos una sociedad
enferma de ego?
–Lo que pasa es hoy que en día hablar de egoísmo es casi
hablar de algo positivo. ¡Tú defiende lo tuyo! También la felicidad en el
sentido de: "Piensa solo en ti mismo" ha hecho mucho daño porque nos
lleva a buscar una felicidad artificial y externa.
–Usted empezó
prácticas espirituales con 5 años. ¿Sería importante introducirlas en la
educación de los niños?
–No lo sé. Yo tal vez lo requería. Ver a mi madre en práctica
muy estricta de meditación, tener al lado ese icono de equilibrio que
representaba tener una persona absolutamente entregada, concentrada y
disponible, me ayudó. Una persona disciplinada en el sentido interior derrocha
mucho equilibrio y armonía y eso me influenciaba muy positivamente. Yo era muy
nervioso y notaba que aquello me hacía bien. Estaba rodeado de adultos que trabajaban
no para mejorar, sino para conocerse a sí mismos. Y eso despertó en mí el mismo
anhelo porque lo que parecían experimentar resultaba visiblemente interesante.
A los trece años conocí a mi primer director espiritual, el
padre Ochoa, un jesuita, que me mostró cómo la intensidad se transforma en
profundidad. Entendí que la meditación no busca obtener nada, no tiene
objetivos, sino que consiste en identificar la propia confusión que uno
arrastra, su propia paranoia. En entender cómo funciona tu mente, exponerla a
límites sencillos para ver cómo es su reacción, comprender hasta qué punto es
tu amiga y hasta qué punto es tu enemiga. Y lentamente identificar lo que es
Correcto para ti, con mayúsculas, y hacerlo tuyo. Identificar lo que no es
correcto y eliminarlo con ternura o, a veces, con firmeza.
–Como hombre
espiritual que es, ante las dificultades del día a día, ¿siente impotencia,
frustración, dificultades en las relaciones…?
–Todos experimentamos lo mismo, pero con una perspectiva
distinta. Un cojín pegado a la cara solo da oscuridad. A una cierta distancia
permite contextualizarlo todo de otra manera y a más distancia las cosas
parecen perder volumen. Es una cuestión de perspectiva sobre lo que sucede y no
tanto de no sentir. Sientes, pero no experimentas las cosas de forma personal.
No te arrastran. A veces imaginamos a una persona que ha alcanzado un grado de
despertar como alguien que está flotando en el aire, pero yo creo que no hay
pies que toquen más el suelo que los de una persona despierta. Significa que la
perspectiva desde la que analizas el problema no es personal.
–¿Y ante la
enfermedad, una pérdida, la muerte?
–No es personal. Una mente en silencio no etiqueta, por lo
tanto experimenta el momento de manera directa, tal como se presenta. No quiero
decir que no pueda sentir tristeza, pero no se queda apegado a ella. La palabra
justa sería "desligado", lo que no significa "ausente".
Una vez estaba en Japón visitando a un ser extraordinario y
apareció una serpiente venenosa. En el momento en que parecía que iba a morder
a una persona que nos acompañaba, la serpiente se la quedó mirando y lentamente
se desplazó de manera que esta persona que iba a ser mordida saltó encima y le
destrozó la cola. La serpiente, sin agresividad, siguió su camino,
probablemente a morir. La persona que había sufrido el percance señaló:
"casi me muerde y muero". El hombre espiritual le contestó: "La
posibilidad no existe".
–No entiendo bien.
–La gente me pregunta: ¿Podemos cambiar el guión de la
película? Nadie se preocupa de recuperar la condición de espectador. Existe una
condición de testigo desligada de todo que nos es propia. El testigo nunca
nació y nunca morirá. Hablamos de alcanzar ese estado, pero ya nos es propio.
Por eso me resulta difícil explicar cómo alcanzar algo que ya somos. Todo el
mundo me pregunta lo mismo cuando en realidad el proceso es deshacerse de lo
que está de más. La clave está en ser el testigo, el espectador, que puede
cambiar de sala incluso. Una discípula de la Madre Teresa de Calculta le
preguntó: "Madre, ¿qué me falta para ser espiritual?". y esta le
contestó: "Más bien qué te sobra hija, qué te sobra».
–¿Podría hablarme de
las etapas del proceso de transformación desde que tomo el compromiso de
sentarme?
–Pongamos que somos la semilla de un árbol. Tiene toda la
información para ser un árbol, pero requiere un contexto adecuado para crecer. Cuando
la siembras, al principio explotan cosas, nacen raíces y salen protuberancias
que no gustan nada. La lentejita tiene raíces, pero no se ve salir nada a la
superficie. La gente dice: "no veo avance". Hay que esperar, ser
paciente y permitir que tu potencialidad encuentre su espacio. Durante el
proceso hay cosas que nos hacen felices y otras que nos inquietan.
La gente empieza a meditar con la esperanza de encontrar un
momento de paz y se topa con el aburrimiento, con su propia irritación y con la
irritación de lo que les rodea. Y acompañar todo esto no es nada fácil. El
compromiso es lo realmente importante. Siéntate y continúa. Yo te aseguro que
si eres capaz de sentarte con regularidad cinco o diez minutos por la mañana y
cinco o diez minutos por tarde, a ser posible siempre a la misma hora, al
segundo año este hábito habrá transformado tu corazón y tu vida.
Nos experimentamos a nosotros mismos como entidades
separadas, sólidas y continuas, pero ni somos sólidos ni continuos. Y ahí está
la diferencia entre un ser despierto y uno que no. El ser despierto no se
concibe a sí mismo como una entidad sólida y continua, por tanto no hay
fractura, sino conciencia de unidad. No va hacia lo que le rodea porque no está
separado de esa unidad. Pero no se puede entender esa experiencia desde la
condición de separación.
–Aún así… ¿cómo es una
mente en silencio?
–Mira, la pregunta es: "¿Qué voy hacer con el tiempo que
me queda?". Yo elegí conocerme a mí mismo. Quería encontrar respuestas que
no estuvieran basadas en el conocimiento, porque nos lleva a nuevas preguntas
que no terminan nunca de responderse. Es difícil comprender que el silencio nos
une y que las palabras nos separan porque creemos que las palabras nos acercan.
Sin embargo, que dos personas sean capaces de compartir en amor sus respectivos
silencios puede unir enormemente.
Si uno trabaja profundamente para transformar todo lo que no
funciona en uno mismo, la conexión que se deriva de ese sentimiento de apertura
se manifiesta por sí misma. Obviamente el arte del no hacer no se capta en un
solo instante.
–Recibe cientos de
emails pidiéndole ayuda.
–Atiendo primero los suicidios inminentes. Nadie puede salvar
la vida de otro si alguien está decidido a quitársela. Hay que respetar en cada
uno su propio movimiento. No debemos permitir que nadie se erija en autoridad
de lo que sucede en nuestro interior. Pero sí puedes decirle la verdad y estar
disponible. Explicarle dónde me ha llevado mi experiencia, que también he
sufrido, que también sé qué es la muerte. Decirle que aún tiene tiempo de hacer
cosas que tienen solución. Lo primero es que sientan que no tienen nada que
temer porque no juzgas. Cuando no juzgas, dejas al otro que se sienta libre
para que sea él mismo y se redescubra siendo alguien nuevo. Esto con los hijos
funciona muy bien, con paciencia. El problema de la familia siempre es el
mismo: crees conocer al otro con una idea fija de cómo es, pero cada persona
cambia a cada instante.
–Su proyecto de la Fundación Phi, ¿tiene que ver con otra manera de vivir?
–La gente me dice: "¡Qué proyecto más novedoso!".
Se trata simplemente de volver a los orígenes. No pretendo ser un reformador,
ni mucho menos, sino aplicar el sentido común.”
(* Fundación Phi: http://fundacionphi.org)
(* Fundación Phi: http://fundacionphi.org)
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