La buena noticia de esta semana viene en forma de cuento. Del gran Anthony de Mello. Ahí va:
El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando en pipa.
"¿Por qué no has salido a pescar?", le pregunto el industrial.
"Porque ya he pescado bastante hoy", le respondió el pescador.
"¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas?", insistió el industrial.
"¿Y qué iba a hacer con ello?", preguntó a su vez el pescador.
"Ganarías más dinero", fue la respuesta. "De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas... y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, como yo".
"¿Y qué haría entonces?", preguntó de nuevo el pescador.
"Podrías sentarte y disfrutar de la vida", respondió el industrial.
"¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento?", respondió el satisfecho pescador.
El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando en pipa.
"¿Por qué no has salido a pescar?", le pregunto el industrial.
"Porque ya he pescado bastante hoy", le respondió el pescador.
"¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas?", insistió el industrial.
"¿Y qué iba a hacer con ello?", preguntó a su vez el pescador.
"Ganarías más dinero", fue la respuesta. "De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas... y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, como yo".
"¿Y qué haría entonces?", preguntó de nuevo el pescador.
"Podrías sentarte y disfrutar de la vida", respondió el industrial.
"¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento?", respondió el satisfecho pescador.
Y tú, ¿encuentras tiempo para disfrutar de tu vida?
Siempre me gustó este cuento, gracias por compartirlo. Besos!
ResponderEliminarpreciós! com tu, Leni!
ResponderEliminarLo conocía ya, pero no es menos genial por ello. No recuerdo como los llaman o se hacen llamar, pero hay una corriente de pensamiento nacida en Francia que promueve precisamente eso.
ResponderEliminarPor otra parte no se si yo estaría tan tranquilo con los codos por fuera de la barca...
Gracias a ti, Geisha! Un abrazo.
ResponderEliminarUn petonàs, Marineti!
ResponderEliminarAhi va, qué interesante, Outsider. Si un día recuerdas cómo se llaman, pásame la información, please, me interesa...
ResponderEliminarY de los codos,jjajajjaja, no sé si los tiburones saltan, ¿lo hacen?
Un abrazo.
Precioso, me ha encantado! qué sencilla es la vida y qué complicada la hacemos con nuestras ambiciones, está claro que la felicidad son esos pequeños momentos de placer diario en el que uno se permite disfrutar de su tiempo libre ¿ qué más ambicionar? besos
ResponderEliminarEn occidente, no nos educan para eso... y hay que estar atentos a no desaparecer en esa vorágine absurda que nos han montado... y a la que todos contribuimos en mayor o menor medida.
ResponderEliminarEn fin! me gusta tu camino, Elenita.
Me alegro, Misón. Estoy totalmente de acuerdo, a veces nos olvidamos de que la felicidad está en las pequeñas cosas, en el disfrutar del día a día. Un abrazo.
ResponderEliminarEs verdad, Cristal, hay que estar atentos y no olvidar que si no te paras a pensar, de vez en cuando..., es fácil acabar contribuyendo al atontamiento general.
ResponderEliminarA mí me gustas tú, querida Cristal ;-) Un abrazo fueeeeeeerte.