Angelus Novus - Paul Klee (Gracias a Joaquín y a Marta)
Una buena noticia es –creo yo- que el libro más vendido en la pasada edición de Sant Jordi haya sido
¡Indignaos!, un alegato contra la indiferencia escrito por Stéphane Hessel.
¡Indignaos!, así, entre signos de exclamación.
Hessel, de 93 años, que fue miembro de la Resistencia francesa, superviviente de un campo de concentración, militante a favor de la independencia argelina, defensor de la causa palestina y redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, se asombra por la indiferencia y la apatía generalizadas (“la indiferencia es la peor de las actitudes”, dice), por cómo estamos destruyendo el planeta sin hacer nada para evitarlo, por cómo nos hemos inmunizado frente a la guerra o la injusticia, por cómo nos tragamos las películas que nos cuentan los medios de comunicación, por cómo hemos dejado de cuestionarnos las cosas, por cómo aceptamos la dictadura de los mercados, por cómo nos hemos insensibilizado frente al trato a los inmigrantes o por cómo bajamos la cabeza y no hacemos nada –NADA- mientras no se nos toque nuestra pequeña –cada vez más pequeña- parcela de bienestar. Pero, como es positivo y optimista, como sigue creyendo en el ser humano, nos invita –NOS URGE- a indignarnos. A indignarnos y, después, a actuar. Pues, como dice en su libro, uno de los componentes esenciales del ser humano es “la facultad de indignación y el compromiso que la sigue”.
En esta misma línea van los trabajos del presidente de Justícia i Pau, Arcadi Oliveres (del que colgué un vídeo hace poco, en el post “
Nada de lo humano me es ajeno”) o los del subdirector de Triodos Bank, Joan Melé que, en el siguiente vídeo, intenta responderse a la pregunta: “¿por qué no reaccionamos?”.
“Todos somos causa y efecto de lo que sucede (…) Si cada uno de nosotros hiciera un poquito para mejorar las cosas, en un tiempo, las cosas serían totalmente distintas”, dice el Dr. Mario Alonso Puig en su libro Vivir es un asunto urgente. “Demos un paso adelante, aunque sea muy pequeño, hagamos algo, una llamada, tomemos una pequeña decisión, aunque no sea perfecta. El distrés nos paraliza o nos invita a huir. Por eso es tan importante moverse, hacer algo, dar un paso adelante. Un movimiento sencillo lleva un mensaje de gran impacto a nuestro cerebro, “yo puedo”. Es una pena que porque haya tantas personas que piensen que lo que pueden hacer es tan poco que no vale la pena, haya tantas personas que no hagan nada”.
La buena noticia es que hay voces que te hablan, que te empujan desde el centro mismo de tu corazón, desde el puro núcleo de tu conciencia. ¿Las escuchas?