El otro día, una amiga me dijo “Elena, pareces una persona nueva” y me quedé pensando en los cambios. Todos somos conscientes de que las grandes cosas que nos suceden, nos transforman, nos convierten en personas nuevas. Pero no sé si nos damos tanta cuenta de que las pequeñas cosas también lo hacen. Poco a poco. De forma casi imperceptible. Pero también lo hacen. Y es bueno recordarlo. Porque cambiamos nosotros pero también cambian las personas que nos rodean.
Decía Krishnamurti que es necesario dejar espacio para el cambio. Nos recordaba que cuando te encuentras con alguien después de un tiempo –sean meses, semanas o, incluso, días u horas- esa persona nunca es la misma que la que se fue. Y nosotros tendemos a olvidarlo y a pensar en ella como la que era, la que conocemos de siempre. Y, así, no la vemos realmente sino que sólo advertimos la imagen que nosotros previamente nos hicimos de ella.
El ser humano tiene la tendencia a etiquetarlo todo. Las etiquetas parecen tranquilizarnos pero, en cambio, no hacen más que limitarnos. Y, cuando etiquetas a una persona, normalmente lo haces de por vida y, así, no le estás dejando espacio para que cambie, para que se renueve, para que crezca. La limitas a ser lo que –para ti- siempre fue. Y eso es injusto. Para ti y para ella.
Cada minuto que vives te transforma. Lo quieras o no. Cada persona que te encuentras, cada libro que lees, cada película que ves y cada música que escuchas. El contacto transforma.
Así pues, sólo por hoy intenta vivir sin etiquetas. Intenta ver a cada persona como lo que realmente es, un ser en plena evolución y crecimiento. Atrévete a enriquecerte con la libertad de un verdadero contacto. Y, si el resultado te sorprende, vuelve a hacerlo mañana…
Decía Krishnamurti que es necesario dejar espacio para el cambio. Nos recordaba que cuando te encuentras con alguien después de un tiempo –sean meses, semanas o, incluso, días u horas- esa persona nunca es la misma que la que se fue. Y nosotros tendemos a olvidarlo y a pensar en ella como la que era, la que conocemos de siempre. Y, así, no la vemos realmente sino que sólo advertimos la imagen que nosotros previamente nos hicimos de ella.
El ser humano tiene la tendencia a etiquetarlo todo. Las etiquetas parecen tranquilizarnos pero, en cambio, no hacen más que limitarnos. Y, cuando etiquetas a una persona, normalmente lo haces de por vida y, así, no le estás dejando espacio para que cambie, para que se renueve, para que crezca. La limitas a ser lo que –para ti- siempre fue. Y eso es injusto. Para ti y para ella.
Cada minuto que vives te transforma. Lo quieras o no. Cada persona que te encuentras, cada libro que lees, cada película que ves y cada música que escuchas. El contacto transforma.
Así pues, sólo por hoy intenta vivir sin etiquetas. Intenta ver a cada persona como lo que realmente es, un ser en plena evolución y crecimiento. Atrévete a enriquecerte con la libertad de un verdadero contacto. Y, si el resultado te sorprende, vuelve a hacerlo mañana…
¿Estas segura que no somos familia? O resulta que si.
ResponderEliminarSabes cual fue la luz principal que guió mis tinieblas: Khrisnamurti. Un fuerte abrazo.
Amen!!
ResponderEliminarDesiquétate y vive
ResponderEliminarSalud
Gracias Elena.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con ésta entrada, la vida es cambio permanente.
Incluso libros que hemos leído hace años cuando los volvemos a releer cobra nueva vida y nos dejan nuevas enseñanzas, lo mismo que las personas que se cruzan en nuestro camino.
Un fuerte abrazo.
Nosotros hacemos el cambio tanto en uno como en nuestro entorno.
ResponderEliminarEs cierto lo que dice Krishnamurti, nadie es el mismo, incluso nosotros
morimos y renacemos en cada minuto, si te miras al espejo en la mañana ya no eres el mismo cuando te miras por la noche.
Es maravilloso vivir sin etiquetas!! hermosa entrada Amiga!
Las etiquetas existen porque es más fácil entender todo cuando está clasificado y calificado pero, lamentablemente, la humanidad ha llevado esta cosificación a sí misma. Las sociedades más consumistas son las más etiquetadas y las que mayor daño causan al planeta, ser vivo como nosotros que merece respeto así como lo exigimos cuando sentimos que nuestra integridad ha sido amenazada.
ResponderEliminarLa liberación está dentro de uno, es cosa de limpiar nuestros ojos (internos) con que vemos a los demás y empezar a ver lo bonito que está en nuestro rededor. Es difícil pero todos los humanos tenemos la posibilidad de abrazar la bondad y dejar la soberbia y la ira de lado. Es cosa de uno.
querida... hay algo importante en esta necesidad imperiosa q la vida impone: cambiar...! que tiene q ever con la necesidad del entorno de "q no cambies" ...bueno en realidad por ahí "cambiá un poquito nomás"...pero solo un poquito!" ...si si te quiero mucho...pero si cambiás , me obligás a mi a tener ojos nuevos tb! y eso me implica y acompañar lo nuevo de tu ser, DE TU VIDA...un nuevo vínculo
ResponderEliminary así esto...me cambiaría a mi...
!!!
y así estamos amiga...si vencemos este miedo , q provoca el apego "en mombre del amor" y aceptamos el abismo que esta era nos propone.
será , no lo dudo, la verdadera ayuda que la humanidad espera necesita!!!
(estoy sorprendida !...mi último post habla de esto en boca de un filósofo contemporáneo...!)
))
cariños desde el cieloytierra de buenos aires!
Emejota, intuía yo que tenía que tener algún pariente perdido por la blogosfera, jajajaja, me alegra que nos hayamos encontrado ;-)
ResponderEliminarEs potente Krishnamurti... sí...
Un abrazo grande.
Duncan, un beso.
ResponderEliminarAna, en eso estamos... Besos.
ResponderEliminarGracias a ti, Adriana. También me ha pasado que vuelvo a leer un libro que leí hace tiempo y es como si fuera nuevo. Supongo que la nueva soy yo... ;-)
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Muchas gracias, Sarvavita, me alegra que te haya gustado. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarHol Victor, bienvenido y gracias por tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo en que la liberación está dentro de uno y que es un trabajo personal, que sólo lo puede hacer uno mismo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bueno, Mariní, que tu último post también hable de esto.. esta noche voy a leerte.
ResponderEliminarY me parece super importante lo que dices en relación a que el cambio en uno, obliga a que los otros se cuestionen sus propios procesos y, a veces, eso da miedo... Qué gran verdad. Me ha encantado tu aportación.
Un abrazo grande, querida Mariní.
muy buena entrada. Siempre me gustó la frase de para que una puerta se abra otra ha de cerrarse. Yo hace mucho tiempo que cerré una y es cierto que se me abrió otra. y así vamos aprendiendo, aceptando cambios y mudando la piel cuando ya la que tienes se queda obsoleta. y sí, yo también he leído libros y siempre aprendes aunque los vuelvas a leer, depende el momento de tu vida, el mismo libro te enseña mil cosas diferentes. besos
ResponderEliminarGracias mison. Cierto lo de las puertas, cuando una se cierra, otra se abre. Siempre... ;-)
ResponderEliminarUn beso.
¡Preciosa! Pero qué maravilla de aprendizaje nos regalas con tu texto. Entender que todo cambia, que todo está en constante cambio, es un poco complicado para nuestra mentecilla retacada de información a la manera occidental. Pero cuando sabemos abrirnos a ese tipo de realidades, vamos percibiendo su certeza.
ResponderEliminarEl texto que te gustó es de Jorge Bucay. Del libro "El camino a la autodependencia".
¡Muchos besos para ti! Mucha luz.
Hermosa amiga, nunca se me ocurrió pensar que etiquetamos a las personas, como si se nos quedara en la retina una imagen de por vida.
ResponderEliminarPero es cierto!!!!
Querida amiga, qué haría sin vos!!!
No te das cuenta lo valioso que es cada posteo que hacés!!!
Te adoro, sos súper!!!
Muchos besototes!!!
Qué razón tienes. Las etiquetas no hacen más que acotarnos dentro de un cierto espacio. Y sí, las cosas más pequeñas pueden transformarnos, si dejamos que eso suceda.
ResponderEliminarUn gran abrazo :)
Me alegra que te haya gustado, Siberiana. Gracias por la cita y millones de besos para ti, querida.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, querida Paulita. Yo también te adoro y te mando millones de besos!!!!!!!
ResponderEliminarOtro abrazo para ti, Lucía. Bien grande.
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