lunes, 26 de abril de 2010

Hacer montones


No sé si a vosotros también os pasa pero yo, a veces, hago montones. Sin darme cuenta, claro. Y según el color que tengan mis montones, me pongo contenta o me pongo triste. También sin darme cuenta, claro. Pero, últimamente, algo ha cambiado en mi vida. Algunos sabéis por qué... Y, aunque sigo haciendo montones, ahora lo hago –o intento hacerlo- a conciencia. Para poder, así, elegir los colores. Y elegirlos tan brillantes como me sea posible.

Así que hoy quiero regalaros uno de mis montones alegres. Aunque, en realidad, no es verdaderamente mío, yo sólo lo he recopilado. En realidad, está hecho de pedacitos de buenas noticias que me habéis ido enviando:

Natalia me habla de Earth United, una iniciativa que quiere ser un punto de encuentro entre la necesidad y la generosidad e intenta poner en contacto a las personas para compartir pequeños proyectos personales. Su lema es: “Se puede construir felicidad con muy poco”. Ésta es su dirección: http://www.earthunited.info/

Sarvavita, en su blog anterior, compartía la historia de un médico indio, el Dr. Chandra Sankurathri, que tras perder a su mujer y a sus dos hijos en un accidente, decidió convertir su dolor personal en una oportunidad para ayudar a los menos afortunados. Desde entonces, dedicó todos sus ahorros a crear un instituto de oftalmología, que lleva el nombre de su hijo, en el que el tratamiento es gratuito y que, hoy en día, ha devuelto la vista a 137.000 personas, y una escuela, también gratuita, que lleva el nombre de su hija. Ésta es su página web: http://msmf.ca/

Joaquim me envía la dirección de un nuevo buscador de internet que salva 2m² de selva tropical en cada búsqueda que hace: http://www.ecosia.org/

Irene me cuenta una pequeña escena –entrañable y solidaria- que vivió en el metro un sábado de carnaval. Me regala su sonrisa.

Los hermanos Juan Manuel y Alejandro me escriben desde Costa Rica para contarme que, un día, decidieron dejar sus trabajos y cumplir su sueño que consiste en intentar despertar a la gente para que se escapen de la masa y se atrevan a brillar con luz propia. Este es su blog: http://despertardelosnormales.blogspot.com/

Luciérnaga de Luz me habla de la asociación QCN (Quédate con nosotros) que hacen, anualmente, un festival benéfico para conseguir aceite para una casa de acogida en Aranjuez. Su labor es preciosa. Aquí podéis encontrar más información: http://asociacionqcn.com/pageID_7868186.html

Devi me habla de Irena Sendler, una enfermera alemana que salvó a 2.500 niños del Ghetto de Varsovia.

Joan comparte un fragmento de la poesía de Maragall, "Elogi del viure":
Estima el teu ofici, la teva vocació, la teva estrella, allò per el qual serveixes,
allò en el qual realment ets un entre els homes.
Esforça't en la teva tasca com si de cada detall que penses, de cada mot que dius,
de cada peça que hi poses, de cada cop del teu martell, en depengués la salvació de la humanitat. Car en depèn, creu-me.
Si oblidat de tu mateix fas tot el que pots en el teu treball,
fas més que un emperador que regís automàticament els seus estats,
fas més que qui inventa teories universals nomes per satisfer la seva vanitat,
fas més que el polític , que l'agitador, que el qui governa.
Pots negligir tot això i l'adobament del món.
El món s'arreglaria bé tot sol, només que tothom fes el seu deure amb amor a casa seva.

Y Luis - I love you - me manda una bella mariposa para que ilumine el periódico, tanto como le iluminó a él. Y aquí está, llena de luz…



Espero que mi montón, alegre vuestra semana...

domingo, 11 de abril de 2010

La impecabilidad


Llevo unos días pensando sobre la impecabilidad, un concepto del que -lo reconozco- no me había preocupado demasiado hasta ahora. Para intentar explicar -explicarme- lo que es exactamente la impecabilidad, he buscado en google alguna definición que me resultara convincente y me he encontrado, cómo no, con el gran Castaneda. Para él, una de las características del guerrero es la búsqueda de la impecabilidad en cada una de sus acciones, tanto en las más grandes como en las más pequeñas. Y la entiende, justamente, como el hecho de dar lo mejor de uno mismo en cada cosa que se hace.

“Yo le narré el modo en que don Juan logró hacerme entender en qué consistía la impecabilidad. Atravesábamos un día un barranco de paredes muy escarpadas; un enorme peñasco se desprendió de su sostén rocoso y cayó con fuerza formidable al fondo del cañón, a veinte o treinta metros de nosotros. El tamaño de la piedra hizo que su caída resultara impresionante. Dijo que la fuerza que rige nuestros destinos está fuera de nosotros y nada tiene que ver con nuestros actos ni con nuestra voluntad. En ocasiones, esa fuerza nos lleva a detenernos en el camino para inclinarnos a atar los cordones sueltos de los zapatos, como yo acababa de hacer, y ganar así un momento precioso. De seguir adelante, era indudable que el inmenso trozo de roca nos hubiese aplastado. No obstante, otro día, en otro desfiladero, era probable que la misma decisiva fuerza exterior nos obligara a anudarnos los cordones en el preciso lugar sobre el cual descendiera un canto rodado de iguales dimensiones. En ese caso, nos hubiese hecho perder un momento precioso, de continuar caminando, nos habríamos salvado. Don Juan concluyó que, dada mi total falta de control sobre las fuerzas que decidían mi destino, el único acto de libertad posible consistía en atarme los cordones impecablemente” (Carlos Castaneda, El segundo anillo de poder)

El otro día, el sembrador de estrellas me llevó a pensar en la importancia de la acción por la acción misma. Hoy, Castaneda me lleva a recordar la importancia de la impecabilidad por la impecabilidad misma, de nuevo, con independencia del resultado.

En realidad, supongo que la impecabilidad estaría relacionada con el hecho de vivir en el presente y de actuar poniendo toda la atención –y la energía- en la acción, en el instante mismo en que la estamos realizando. En cualquier momento. En cualquier lugar. Sea cual sea la acción. La buena noticia es que existen dos formas de hacer las cosas: con indolencia y apatía o con impecabilidad, dando lo mejor de uno mismo. ¿El resultado? Como siempre, es lo de menos…

¿Cómo haces, tú, las cosas que haces?

lunes, 5 de abril de 2010

H.H. Swami Vijayananda

"A yogi who has reached the supreme state is not scared of death anymore, not being identified with his body and knowing when he will die. He is also free of the most subtle fears, like fear of failing to accomplish fully his own religious duty, or of doing something wrong spiritually. He is fully identified with the Divine, and when the time comes his body will just fall, like a leave falls from the tree: the tree (the divine Conscience) is not affected by it.
Before you reach that state, remember what Ma used to say: death is like going from a room to another, or like changing your clothes. In reality, we are usually more afraid of suffering than of dying. Usually we imagine how death might be according to what we saw or heard about other people's death. So we often think that it might be terrible, although it is often just like falling asleep! Anyway, death is just the end of your "envelope", the body; the Being that is the real you is Eternal, and can never be damaged in any way."

Buen viaje, queridísimo Swamiji.
Om Anandamayi Namah

May your LOVE beat in my heart.