Me envía mi amiga Marta una historia maravillosa, aparecida en el diario El Mundo. Se trata de un piloto jubilado de Indian Airlines, Bahadur Gupta, que compró un avión siniestrado y lo arregló en su casa para poder invitar a grupos de niños, provenientes de escuelas pobres o de chabolas, a vivir la aventura de volar, aunque sea sólo con la imaginación. Así, los pequeños reciben una tarjeta de embarque, se les asigna un asiento y se les ajustan los cinturones de seguridad y, acto seguido, la mujer e hijas de Gupta, pasan vestidas de azafatas y sirven bandejas con comida y refrescos. Los niños regresan de este “viaje” habiendo realizado un sueño. El objetivo de su anfitrión es inspirarles y convencerles de la importancia de terminar los estudios primarios para poder optar a un puesto de trabajo, tal vez, como auxiliar de vuelo. ¡¡Fantástico señor Gupta!!
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