Camille Claudel: "La valse"
Hoy
quiero compartir la interesante entrevista de Victor Amela a Bernardo
Stamateas, psicoterapeuta familiar, teólogo y sexólogo, en
La Contra de La Vanguardia.
Stamateas
perora con entusiasmo, seguridad y convicción: brillante orador, enfervoriza
grandes auditorios hablando de emociones. Su libro Gente tóxica se
convirtió en superventas mundial, y ahora llega Emociones tóxicas /
Emocions tòxiques (Ediciones B), con pistas para desactivar angustias,
ansiedades, insatisfacciones, enfados, envidias, miedos, vergüenzas,
depresiones, frustraciones, culpas, celos... y otras emociones ponzoñosas. Abro
al azar: "Cuanto más pienses en algo, más será parte de tu realidad: así,
en vez de pensar 'dejaré de pensar en esta idea negativa', ¡sustitúyela por
otra positiva!". No es mal resumen, y estimula: no puedes dominar tu
entorno, pero sí tu mente y tu conducta.
Tengo 47 años. Nací y vivo en
Buenos Aires. Soy psicólogo. Estoy casado y tengo dos hijas, de 15 y 20 años.
No tengo ideología política. Creo en la divinidad de Jesucristo. Juego al
ajedrez, toco el clarinete y leo. Te contratan por tus capacidades. . . , ¡y te
despiden por tu carácter!
Qué es una emoción?
Lo que sientes en cada momento y
situación.
¿Y una emoción tóxica?
No la dominas: te domina.
¿Puedo dominarlas?
Puedes elegir cómo sentirte en
cada momento: ¡es sabiduría emocional!
¿Usted jamás grita o rompe
cosas?
No.
¿No se enfada nunca?
Sí, ¡pero el enojo es
terapéutico! Lo patológico es la conducta violenta. Yo dejo que el enojo
llegue... y se largue, sin alterarme.
¿Cómo lo consigue?
Podría explotar, implotar... o
hablar: "Esto me ha enojado", verbalizo, y lo comparto.
¿Y ya está?
¡Nos curamos hablando! Nos
enfermamos aislados y nos curamos en compañía.
A veces quiero estar solo...
Que te escuchen te cura, pero
que te escuchen bien, con los ojos: "¡Mírame!", le pides a alguien
que quieres que te escuche.
Es cierto...
En el yo-tú dejamos de ser
invisibles. Y lo importante aquí es el guioncito: ¡es lo que nos da existencia!
Deme un ejemplo de emoción
tóxica.
Sentir miedo ante un león y
salir corriendo es sano. Lo mismo ante un mosquito... es desproporcionado: ¡es
un miedo... tóxico!
¿Qué aconseja?
Controlar los pensamientos. Si
piensas "¡Tengo que gustar a todo el mundo!", acabarás ansioso y
angustiado. Un pensamiento puede provocar mil muertos...
¿En qué está pensando?
"Este barco no lo hunde ni
Dios", se pensó del Titanic. Y pusieron pocos botes salvavidas.
¡Las ideas tienen poder, pueden matan! Incluso el amor se tiñe de las ideas...
¿Existe el amor para toda la
vida?
¿Qué idea acoges? Lo que hay en
el mapa (mente) lo verás en el territorio (afuera).
La crisis: ¿empieza en el
mapa?
Una sacudida nos conviene. A
ver: tú mismo tienes que agendarte tu felicidad.
Enséñeme a agendar, si le
place.
Resérvate tres momentos cada día
para alguna felicidad: caminar, tomar algo con un amigo, contar unos chistes...
¡Como prioridad! Y si luego te queda tiempo..., trabaja.
Y si ese trabajo me da gusto,
¡ideal!
Indicio: si mientras trabajas
sientes desvanecerse espacio y tiempo, ¡buena señal!
¿Algún consejo para conseguir
trabajo y conservarlo?
Tener esto presente: te
contratan por tus capacidades y te despiden por tu carácter.
¿Qué quiere decir?
¡Que el trato con los demás es
determinante! Si tienes bien armonizadas tus emociones, eso se nota... y todos
querrán tenerte cerca. ¡Fuera emociones tóxicas, pues!
¿La envidia, por ejemplo?
Si quiero lo que tienes tú (y
quiero que tú lo pierdas), soy un envidioso.
¿Es muy grave? Todos hemos
sentido envidia alguna vez...
Denota una mentalidad de
escasez: crees que no hay para todos de eso que envidias.
¿Y cómo se derrota a la
envidia?
Piensa que hay abundancia de
todo, que hay de todo para todos... Y ya está. Más aún: piensa que si el otro
tiene algo, es señal de que tú también lo vas a tener. ¡Piensa así!
Interesante.
¡Alégrate del bien del otro! A
veces Dios regala bendiciones a los demás... para estudiar tu reacción: ¡si te
alegras por el bien ajeno, lo atraes! Si te disgustas..., lo alejas.
Si te va bien, eso me beneficia.
Sí, pues nadie nos roba ninguna
bendición. Y nadie llega a ningún sitio a solas: ¡Messi es buen jugador por el
equipo en que juega!
Hábleme de otra emoción
tóxica.
Los celos: miedo a que otro me
robe lo que tengo... porque es alguien mejor que yo. Denota baja autoestima,
claro. Otra cosa es la celotipia: ¡tengo la certeza de que mi pareja me engaña!
Por eso la mato y me suicido.
¿Cómo limpiar emociones tan
tóxicas?
Revalorizando tu capital
interno.
¿Cómo se hace eso?
Todos mantenemos un diálogo interno
con una hinchada: o bien lo hacemos como equipo local (y nos animan) o como
visitante (y nos insultan). ¡Elige tú: sé el equipo local!
De acuerdo, símil
comprendido.
Todas las batallas se ganan por
anticipado... dentro del corazón. Lo determinante no es lo que otros te dicen
desde fuera, sino lo que tú te dices desde dentro.
¿Seguro?
Fíjate: si te dicen que eres mal
periodista, sólo te dolerá si tú crees lo mismo; pero si sabes que eres bueno,
¡no te afectará!
Hay quien siente que los
demás están siempre faltándole al respeto.
Lo que tienes dentro lo escuchas
fuera.
¿Cómo puedo vencer la
ansiedad?
Piensa en lo peor que podría
pasarte: ¿perder el trabajo?, ¿no tener para comer?, ¿morirte? Y búscale tres
soluciones... ¡y respira!
¿Cuál es su agenda del
bienestar?
Camino una hora cada día. Hablo.
Hago lo que me gusta. Y planifico sueños, ilusiones.
¿Y cómo encaja aquí la
pareja?
Tu felicidad no viene nunca del
otro. Si pretendes hacer feliz al otro..., seréis infelices. Si pretendes que
otro te haga feliz..., seréis infelices. ¡Nadie puede hacer feliz a nadie!
Qué panorama, ¿no?
Un panorama
despejadísimo: tu felicidad o infelicidad es decisión tuya y sólo tuya. No te
emparejes para ser feliz: emparéjate porque eres feliz. Y ama: mima al otro.