Acabo de encender dos velas. Ahora voy a pedir un deseo, escribiré un post y, cuando termine, soplaré las velas. Porque hoy -justo hoy- hace dos años que empecé a escribir este blog.
Y, una vez hecho esto, me voy a poner a celebrar. Y celebraré que encontré una llave y que descubrí una puerta. Celebraré que se abrió un camino y que empecé a recorrerlo. Celebraré que aprendí, que fui, que viví, que amé. Y celebraré que sigo haciéndolo. Celebraré que me caí y que alguien me tendió su mano, que dejé que me levantara y que fue, entonces, cuando comprendí la amistad. Celebraré que el orgullo, el miedo, los celos, la ira, la angustia y la tristeza se cruzaron en mi camino. Y que me enseñaron la humildad, el valor, la confianza, la paciencia, la serenidad y la alegría. Celebraré que me perdonaron y que, gracias a ello, mi corazón aprendió a olvidar. Celebraré que, en algunos momentos, perdí la fe pero encontré la esperanza. Celebraré que me creí débil hasta que descubrí mi fuerza – ¡cuánta fuerza tenía dentro!-. Celebraré que existe un espacio para mí. Y que sólo tengo que ocuparlo. Suavemente. Celebraré que, en la oscuridad de mis batallas, se encendió la luz de la paz. Que el amor, que un día creí perdido, palpita firmemente en mi interior. Y, por último, celebraré que la vida es movimiento, que todo cambia y que si dejo abiertos mi corazón, mi mente y mis manos podré sonreír -y agradecer- tanto a lo que viene como a lo que se va.
Y, una vez hecho esto, me voy a poner a celebrar. Y celebraré que encontré una llave y que descubrí una puerta. Celebraré que se abrió un camino y que empecé a recorrerlo. Celebraré que aprendí, que fui, que viví, que amé. Y celebraré que sigo haciéndolo. Celebraré que me caí y que alguien me tendió su mano, que dejé que me levantara y que fue, entonces, cuando comprendí la amistad. Celebraré que el orgullo, el miedo, los celos, la ira, la angustia y la tristeza se cruzaron en mi camino. Y que me enseñaron la humildad, el valor, la confianza, la paciencia, la serenidad y la alegría. Celebraré que me perdonaron y que, gracias a ello, mi corazón aprendió a olvidar. Celebraré que, en algunos momentos, perdí la fe pero encontré la esperanza. Celebraré que me creí débil hasta que descubrí mi fuerza – ¡cuánta fuerza tenía dentro!-. Celebraré que existe un espacio para mí. Y que sólo tengo que ocuparlo. Suavemente. Celebraré que, en la oscuridad de mis batallas, se encendió la luz de la paz. Que el amor, que un día creí perdido, palpita firmemente en mi interior. Y, por último, celebraré que la vida es movimiento, que todo cambia y que si dejo abiertos mi corazón, mi mente y mis manos podré sonreír -y agradecer- tanto a lo que viene como a lo que se va.
Gracias a los que estáis a mi lado.
Y gracias a los que estuvisteis.
Sois parte de lo que sé y de lo que soy.
GRACIAS.
Elena
Y gracias a los que estuvisteis.
Sois parte de lo que sé y de lo que soy.
GRACIAS.
Elena