Quiero hablar de tres personas que, de una forma u otra, han pasado por mi vida. Son tres personas que admiro, tres personas buenas (aunque ellos no se definirían así...), tres personas que un día decidieron dejar su cómoda vida en Occidente para trasladarse a India y Nepal, y dedicar su vida a ayudar a los más necesitados. Seguro que existen muchos más pero, por algún motivo, estos tres se cruzaron en mi camino. Ellos son Toni Aguilar, Bernard-Yves Sabot y, aunque no lo conozco personalmente, Jaume Sanllorente. Sus motivos fueron, tal vez, diferentes pero sus pasos les llevaron al mismo lugar: al lado de los desheredados, de "los nadies", de esos que, como decía Galeano, no cuentan en las estadísticas, no interesan, no importan a nadie, es igual si viven o si mueren. Pero a ellos sí les interesaron y pensaron que no era justo que fueran olvidados, ninguneados. Y se trasladaron a su país, se sentaron a su lado, aprendieron a jugar, a reír y a soñar con ellos. Con una gran sonrisa, con la mejor de las energías y con el corazón fuerte de los que saben que si luchas por tus sueños, a veces, pueden llegar a hacerse realidad.
Toni Aguilar tiene en Nepal una casa de acogida para niños y niñas huérfanos, y su proyecto, en constante desarrollo, cuenta con 350 niños escolarizados, un programa de alfabetización para mujeres, del que se han beneficiado ya ocho mil, talleres de formación profesional y trabajos de desarrollo rural. Bernard_Yves Sabot murió el pasado año pero su trabajo con las mujeres quemadas de Benarés y con los pobres de los barrios más bajos de esta ciudad sigue adelante gracias al esfuerzo de su mujer, Ana Ibáñez, y de su socia Veronique. Jaume Sanllorente vive en Bombay, donde gestiona un orfanato y una escuela que, antes de su llegada, estaban a punto de cerrar.
Para más información, éstas son sus webs:
- Toni Aguilar: The Direct Help Foundation
- Bernard-Yves Sabot: Action Benares
- Jaume Sanllorente: Sonrisas de Bombay
A ellos dedico esta primera buena noticia. Porque ellos me recuerdan que, aunque existen momentos de desánimo, la lucha por la justicia, la ética y la bondad, vale la pena. Cada uno tiene su camino y ayuda en lo que puede y como puede, pero ellos son brillantes faros que, con su luz, iluminan los caminos oscuros.