(Imagen: Wat Pah Nanachat)
Imagina que eres una mujer. Imagina que, por ello, estás
obligada a estar siempre estupenda, con el pelo precioso, la piel tersa y el
cuerpo perfecto. Imagina que existen productos para conseguir dichos objetivos,
productos para eliminar las arrugas, productos para tener la piel suave, para
que tu pelo tenga el volumen necesario, para adelgazar allí donde lo precises.
Imagina que eres un hombre. Y que eso te obliga a tener un
trabajo exitoso, que te proporcione mucho dinero. Imagina que debes tener unos
buenos músculos, debes ser fuerte y poderoso, debes conquistar a todas las
mujeres que se cruzan en tu camino. E imagina que existe un coche con el que
das esa imagen, una colonia que todas recuerdan, una pastilla que elimina el
cansancio, otra que aumenta tu musculatura.
Imagina que eres rebelde. Que no caes en tópicos –o, al
menos, eso te crees-. Y que existe una ropa para mostrar que eres diferente.
Una actitud que te hace distinto. Unos conocimientos, unos andares, una
melancolía que te separa del resto, que nadie comprende, que te hace único.
Imagina que tienes una vida. Y la posibilidad de vivirla como
tú quieras. Pero imagina que, desde que naces, recibes tantos mensajes externos
que dejas de escuchar tu propia voz. Imagina que no sabes ya lo que realmente
quieres sino sólo lo que se supone que debes querer. Imagina que estás
confundido, aturdido, inseguro –aunque por fuera parezcas firme, sereno,
confiado, valiente-.
Imagina que existe un espacio donde nada de todo eso es real.
Imagina que, en ese espacio, sólo hay silencio. Imagina que te sientas. Y que
te permites ser uno, ser otro, ser todos, hasta reconocer que ninguno de esos
personajes es verdaderamente real. Imagina que estás en paz. Y que ves los
pensamientos que se crean en la mente, que descubres su solidez pero también su
levedad. Y te das cuenta de que llegan y se van. De que, si tú no los retienes,
llegan y se van. Imagina que llegan después las diferentes emociones. Y las observas.
Y las dejas marchar también. Imagina que sigues sentado. Y que sigues en paz.
Imagina que te levantas, que te das una ducha y sientes como
el agua y el jabón limpian tu piel. Imagina que te vistes y vas descubriendo la
calidez de la ropa que te cubre. Imagina que te diriges hacia el trabajo y te
das cuenta de que el sol ilumina la mañana. Imagina que te sientas en el
despacho y te gusta lo que haces, te gusta tanto que te concentras
profundamente en ello. Imagina que te cruzas con un compañero y os intercambiáis
una sonrisa. Imagina que vas a comer y los alimentos se convierten en la
energía que mantiene vivo tu cuerpo. Imagina que tienes un desencuentro con un
amigo y analizas cuál es tu parte de responsabilidad en el asunto. Imagina que no te
castigas por ello. Imagina que no interfieres, que no juzgas, que no manipulas.
Imagina que, al final del día, regresas a casa cansado y te tumbas en el sofá.
Que coges un libro y disfrutas de la lectura. Imagina que se hace de noche y aparecen,
brillantes, la luna y las estrellas. Imagina que te vas a dormir feliz porque
has tenido un gran día. Imagina que agradeces todas las bendiciones que te han
sido concedidas. Imagina que sonríes. Imagina que el día ha transcurrido y tú…
tú sigues estando en paz.
¿Te
imaginas?
No es tan difícil...¿por qué nos empeñamos en creer que la vida es tan complicada? pues por eso mismo: porque nos dejamos llevar más por lo externo que por nuestro interior.
ResponderEliminarGracias por recordármelo!!
Gracias a ti, Zenicienta. Me alegra que te haya sido útil la entrada. Un abrazo.
EliminarDear Helen in the Skies
ResponderEliminarI wrote this poem that I read last week in a presentation night...seems so very similar to what you are saying...we can all be who we want to be, really.
Becoming
Waking up
slowly
into a dream
I become
silk
smoothly
slipping into
a new world
realising
no one was holding me
back:
only me.
Dear Mrs. Robinson, it is always amazing how connected are people who are connected... ;-)
EliminarLove your poem. See you soon. I hope. Muaks.
Pues sí, es sorprendente lo conectada que está la gente conectada. Energía masculina, energía femenina, roles sociales, estereotipos, estrés, confusión y, finalmente, silencio y paz interiores. Cuando comprendemos la filosofía oriental del no hacer, y permitimos que la vida fluya a través nuestro, ésta se vuelve mucho más sencilla. Gracias, Elena, por este nuevo texto. Echad un vistazo a este link, por si os sirve de algo más:http://www.venimosdelejos.com/2012/11/ecce-femina.html
EliminarGracias a ti, Yolanda. Parece que se trata de fluir con lo que es, ¿verdad?
EliminarUn abrazo.
Que suerte tenemos de poder siempre simplemente imaginar. Me encanto tu texto. Pasate cuando quieras por el mio =) Un saludo.
ResponderEliminarGracias Lau-a ras de suelo, por la visita y por el comentario. Me alegra que te haya gustado el texto. Saludos.
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