domingo, 29 de abril de 2012

¿Y si...?


¿Y si resulta que tienes alas y puedes volar?
(La imagen me la ha prestado Inés, de su colección de hadas…)


Ayer estaba viendo una de esas películas románticas y cursis que –para qué nos vamos a engañar- me encantan, y ya casi me caía la lagrimita cuando se planteó una pregunta que siempre me ha motivado: “¿y si?”.

Una pregunta que supone el inicio de cualquier aventura… ¿y si?

¿Y si lo intentas y sale bien?
¿Y si lo dices y te responden igual?
¿Y si apuestas y ganas?

A veces, no actuamos por miedo al “si no”. Pero, en realidad… ¿qué pasa “si no”? La buena noticia es que tampoco pasa nada. Aprendes (o no) y sigues adelante.

Pero… ¿y si lo intentas y tu sueño se hace realidad?

Bruna me envió (mil gracias) el otro día el vídeo perfecto para esta entrada. Ahí va...

miércoles, 25 de abril de 2012

lunes, 23 de abril de 2012

Lo que yo puedo aportar

(Imagen de google)

Gracias a mi compañero David, el jueves pasado proyectamos en Altaïr un documental que me impactó: “Los olvidados de los olvidados”, la historia de un hombre que, un día, se preguntó: ¿Qué es lo que yo puedo aportar? Y, a partir de ese día, Grégoire Ahongbonon, de profesión mecánico, decidió dedicarse a una misión: rescatar, curar y reinsertar en la sociedad a aquellos que padecen enfermedades mentales en África, muchos de ellos, encadenados -y no es un eufemismo- de por vida. El documental es realmente sobrecogedor pero pone en evidencia algo muy importante: el esfuerzo, la constancia –y la fe- de un solo hombre puede cambiar las cosas para muchos de los que le rodean. Hoy, Grégoire Ahongbonon se ha convertido en un caso de estudio para los psiquiatras occidentales que “alucinan” con la forma en que, con “su método”, consigue tan buenos resultados.



¿Te has preguntado qué podrías hacer tú con tu esfuerzo, tu constancia -y tu fe-? Desde el jueves –o tal vez desde mucho antes- yo me lo estoy preguntando. A veces me enfado conmigo misma. Me enfado porque me quedo atascada en mis pequeñas miserias y me olvido de que el mundo es grande y de que hay muchas personas que podrían necesitar, por ejemplo, mi sonrisa. Luego me reconcilio. Porque recuerdo que enfadarse no sirve para nada y decido que si Grégoire Ahongbonon  está cambiando el mundo para cientos de personas, quizás yo también tengo algo que aportar a algunos de los que me rodean. Y eso es también una muy buena noticia. Sólo hace falta ponerse en marcha, empezar a caminar...

¿Empezamos?

lunes, 16 de abril de 2012

Se necesitan soñadores


Georgia O'Keeffe: "Escalera a la luna"

Necesitamos gente que tenga ilusión. Necesitamos gente que se atreva a luchar. Necesitamos gente que no se dé por vencida. Gente alegre, que baile, que cante, que comparta. Gente que quiera ser feliz. Necesitamos soñadores.
Por que, a veces, el mundo parece hostil, el camino se hace cuesta arriba y los fantasmas (internos o externos) nos atropellan. Siempre son necesarios pero es, en estos momentos, cuando los soñadores son indispensables.

Hace ya un tiempo descubrí una web que me encantó, La Tierra de los Sueños, un magnífico lugar donde tienen cabida los sueños de todos y donde nos cuentan historias de personas que han hecho realidad los suyos o están camino de hacerlo. No os podéis perder su página. Entre otras muchas historias interesantes, allí encontré este precioso vídeo, titulado “Vendedor de sueños”.


Es importante soñar. Es imprescindible tener sueños. Como dice Eduardo Galeano, “el derecho de soñar no figura entre los 30 derechos humanos proclamados por las Naciones Unidas pero si no fuera por él, por el derecho de soñar y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed”.


Y, para terminar, quiero compartir la historia de Emmanuel Kelly que soñaba con ser cantante profesional y cuya vida es un ejemplo de superación que me emociona cada vez que vuelvo a escucharla.



La buena noticia es que los soñadores somos muchos. “Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único. Espero que algún día te unas a nosotros y el mundo vivirá como uno solo”. Necesitamos soñadores, sí. Y necesitamos estar unidos.

lunes, 9 de abril de 2012

¿Fracasos?




A causa de una conversación que tuve esta semana y después de que cayera en mis manos, justamente esta semana, una frase de Samuel Beckett sobre el tema, llevo varios días pensando acerca del fracaso.

“Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”, dice Beckett. La cita me encantó y empecé a preguntarme: ¿existe realmente el fracaso?, ¿qué es el fracaso?

Según la RAE, es el “resultado adverso de una empresa o negocio, la caída o ruina de algo, un suceso lastimoso”. Siendo así, yo podría decir que he pasado por muchos -muchísimos- fracasos en mi vida. Fracasos laborales, escolares, fracasos en la amistad, fracasos -¡cómo no!- en el amor…

Pero dándole vueltas al tema, resulta que no estoy muy convencida de que todo eso hayan sido realmente fracasos. Y, entonces, sigo preguntándome, ¿qué es realmente un fracaso? O, ¿qué es, para mí, fracasar?

Yo creo que fracasar es quedarse aterrorizado cuando las cosas no salieron como esperabas, esconderse, asustarse, dejar de intentarlo. Por miedo, por orgullo, por negligencia. Eso es, para mí, fracasar. Dejar de luchar por tus sueños, conformarte con menos de lo que te mereces, resignarte, rendirte. Eso es el fracaso. Todo lo demás son intentos, más o menos brillantes, por alcanzar el infinito. ¿Que un intento no salió como esperabas? Insiste, insiste y sigue insistiendo. Si tus sueños, si lo que buscas alcanzar está al nivel de tu corazón, por mucho que te pierdas en el camino, por muchas caídas, por muchos tropiezos, acabarás llegando a casa. Así pues, no te rindas. Sabes que no hay fracaso… sigue adelante.

domingo, 1 de abril de 2012

Cómo hacerte saber



Esta semana me tomo un descansito, pero os dejo un maravilloso poema de Benedetti. 

¡¡Feliz semana!!


Cómo hacerte saber – Mario Benedetti

¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno sólo tiene que buscarlo y dárselo.
Que nadie establece normas salvo la vida.
Que la vida sin ciertas normas pierde forma.
Que la forma no se pierde con abrirnos.
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente.
Que no está prohibido amar.
Que también se puede odiar.
Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida.
Que el odio y el amor son afectos.
Que la agresión porque sí, hiere mucho.
Que las heridas se cierran.
Que las puertas no deben cerrarse.
Que la mayor puerta es el afecto.
Que los afectos nos definen.
Que definirse no es remar contra la corriente.
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se dibuja.
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio.
Que negar palabras implica abrir distancias.
Que encontrarse es muy hermoso.
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida.
Que la vida parte del sexo.
Que el por qué de los niños tiene un porqué.
Que querer saber de alguien no solo es curiosidad.
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana.
Que nunca está de más agradecer.
Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo.
Que nadie quiere estar solo.
Que para no estar solo hay que dar.
Que para dar debimos recibir antes.
Que para que nos den también hay que saber cómo pedir.
Que saber pedir no es regalarse.
Que regalarse es en definitiva no quererse.
Que para que nos quieran debemos mostrar quienes somos.
Que para que alguien sea hay que ayudarlo.
Que ayudar es poder alentar y apoyar.
Que adular no es ayudar.
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara.
Que las cosas cara a cara son honestas.
Que nadie es honesto porque no roba.
Que el que roba no es ladrón por placer.
Que cuando no hay placer en hacer las cosas, no se está viviendo.
Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte.
Que se puede estar muerto en vida.
Que se siente con el cuerpo y la mente.
Que con los oídos se escucha.
Que cuesta ser sensible y no herirse.
Que herirse no es desangrarse.
Que para no ser heridos levantamos muros.
Que quien siembra muros no recoge nada.
Que casi todos somos albañiles de muros.
Que sería mucho mejor construir puentes.
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve.
Que volver no implica retroceder.
Que retroceder puede ser también avanzar.
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol.
Cómo hacerte saber, que nadie establece normas, salvo la vida…