lunes, 31 de octubre de 2016

El origen de tu sufrimiento


Todos lo sabemos ya. Nos lo han dicho miles de veces. Pero, de alguna forma, siempre tratamos de buscar fuera el origen de nuestro sufrimiento. Y, sin embargo…

El origen de tu sufrimiento eres tú.
¿Qué te dices a ti mismo?
¿Cómo te lo dices?

Párate un momento. Hazte estas dos preguntas.

Hablaba ayer con una amiga que está pasando un mal momento y, después de que me contara lo que le sucedía, después de que llorara, después de que pusiera sobre la mesa todo su sufrimiento, le pedí que saliera de ese círculo.

Creo que el sufrimiento es un círculo vicioso dentro del que vivimos con relativa comodidad porque nos hemos acostumbrado a él (porque, en cierta forma, “sacamos algo de él”: los otros te escuchan, te compadecen, te acompañan). Ahora te pido: sal de ese círculo. Obsérvalo desde fuera.

Mi amiga repetía y volvía a repetir las mismas palabras: “es que siempre me pasa lo mismo”, “es que los otros actúan así o asá”, “es que yo sé que me voy a volver a encontrar en la misma situación”….

Pero, hablando, nos dimos cuenta de algo importante: eso no es más que miedo. Y ese miedo comienza en un pensamiento. Y ese pensamiento proviene de una creencia. Y esa creencia tiene su origen en una experiencia dolorosa.

Una experiencia dolorosa es una oportunidad de aprendizaje. A menudo, no aprendemos a la primera y la vida tiene la “amabilidad” de repetirla. De hecho, la repite una y otra vez hasta que aprendemos. Pero, a veces, esa experiencia dolorosa repetida en lugar de convertirse en aprendizaje, se convierte en una creencia limitante, que nos condiciona, nos aprisiona y nos impide salir del círculo vicioso del sufrimiento. Podemos elegir entonces quedarnos ahí, lamentándonos y sintiéndonos “pollito” o podemos traspasar el miedo e intentar comprender la enseñanza que hay detrás de todo ello. Ambas opciones son válidas, por supuesto. La única diferencia es que una te estrangula y la otra te libera.

El mundo NECESITA personas que se traten con amor. Urgentemente. Así pues, no te estrangules, no te machaques, no te quedes atascado en creencias limitantes, en experiencias dolorosas. Hay tanto que disfrutar, tanto que vivir, tantas cosas por las que ser feliz. No esperes a mañana. Es hoy. Es ahora. Es ya…




lunes, 24 de octubre de 2016

La única inocencia



La única inocencia

Creo en el mundo como en una margarita 
porque lo veo.
Pero no pienso en él, 
porque pensar es no comprender...
El mundo no se hizo para que pensemos en él
(pensar es estar enfermo de los ojos)
sino para que lo miremos y estemos de acuerdo...
Yo no tengo filosofía: tengo sentidos .....
Si hablo de la naturaleza
no es porque sepa lo que es 
sino porque la amo, y la amo por eso, 
porque quien ama nunca sabe lo que ama,
ni sabe por qué ama, ni qué es amar ....
Amar es la eterna inocencia
y la única inocencia es no pensar.

(Fernando Pessoa)


lunes, 17 de octubre de 2016

Mi entrenamiento como guerrera


Imagen de Zhang Jingna


Muchos de los grandes sabios de todas las tradiciones han hablado sobre la necesidad de convertirse en guerrero. Un guerrero –ya todos lo sabemos- no es el que vence a los otros sino el que consigue vencerse a sí mismo.

Yo intento ser una guerrera. Y me sucede últimamente que, cada vez que me tropiezo con un problema, una incomodidad, un enfado, un malentendido o con lo que sea que consigue perturbar mi “aparente” paz, pienso que se trata de esa gran maestra, -la vida- entrenándome para hacer de mí una buena guerrera. Y me gusta este planteamiento porque, entre otras cosas, le quita hierro a cualquiera de las pequeñas miserias que pueden llegar a descolocarme.

Una guerrera aspira a conseguir una paz “real” y, para ello, sabe que debe poner límites, decir que no cuando hay que decir que no o decir que sí cuando hay que decir que sí. Una guerrera evita las expectativas, vive al día y permite que la vida la sorprenda. Una guerrera tiene claro que no va a gustarles a todos y no gasta energía luchando en ese tipo de batallas. Una guerrera destierra la culpabilidad pues admite que se puede equivocar, pero acepta las consecuencias de sus errores, los reconoce, los repara si puede, y sigue adelante. Una guerrera tampoco busca culpables afuera, sino que asume la responsabilidad de sus estados de ánimo, de sus alegrías y de sus tristezas. Una guerrera sabe que puede morir mañana, y no pierde el tiempo dando explicaciones innecesarias, aplazando decisiones que deben tomarse o acciones que deben realizarse. Una guerrera comprende que todos los dragones que encuentra en su camino han surgido en su interior, y los reconoce como necesarios, pues sabe que forman parte de su entrenamiento. Una guerrera siente miedo a veces, y lo mira cara a cara y lo atraviesa y descubre que -detrás- no hay más que humo. Una guerrera observa, escucha y tiene paciencia. Una guerrera se observa, se escucha y se respeta. Una guerrera no juzga ni pone etiquetas, sino que se entrega a lo que la vida le trae. Porque acepta, asume y agradece la sabiduría inherente a todo momento presente.

No sé si conseguiré ser una buena guerrera. No sé si alcanzaré esa paz real, esa plenitud serena. Pero sí sé que estoy poniendo toda mi energía, toda mi fuerza y todo mi corazón en ello.

Elena Almirall Arnal

lunes, 10 de octubre de 2016

Desde la celda



Mi amigo Juan me manda, para el PBN (mil gracias), un fragmento de una carta de Nelson Mandela, desde la cárcel de Robben, dirigida a su mujer Winnie, encarcelada en Kroonstad. En su mail, Juan dice: “A mi me gusta mucho por quien la escribió: una persona que se pasó mas de una década en una celda de poco mas de 7m2, en la que fue encerrado por luchar en favor de los derechos humanos. Mandela, en vez de legitimar su odio por los que le encerraron, se liberó como ser y eso le dio la fuerza y la sabiduría para hacer lo que hizo luego. Un maravilloso ejemplo, muy necesitado estos días.” Estoy totalmente de acuerdo con Juan. Aquí tenéis el precioso escrito de Mandela:

La celda es un lugar ideal para aprender a conocerse uno mismo, para escrutar de una manera realista y regular el funcionamiento de tu propia mente y tus propios sentimientos. Cuando juzgamos nuestro progreso como individuos, tendemos a concentrarnos en factores externos tales como la posición social, la influencia y la popularidad, la riqueza y el nivel educativo. Por supuesto, esto es importante para medir el éxito de una persona en los asuntos materiales y es perfectamente comprensible que mucha gente se esfuerce principalmente por conseguir estas cosas. Pero los factores internos pueden ser aún más decisivos cuando se trata de calcular nuestro desarrollo como seres humanos. La honestidad, la sinceridad, la sencillez, la humildad, la generosidad pura, la ausencia de vanidad, la disposición a servir a los demás – cualidades que están al alcance de cualquier alma – constituyen la base de la vida espiritual de un individuo. Es inconcebible que nos desarrollemos en cuestiones de esta naturaleza si no hacemos una introspección seria, si no nos conocemos a nosotros mismos, con nuestras debilidades y nuestros errores. Como mínimo, aunque sólo sea para eso, la celda te da la oportunidad de observar diariamente tu conducta global, de superar la parte mala y de desarrollar lo bueno que hay en ti. Meditar regularmente, pongamos unos quince minutos al día antes de acostarse, puede ser muy útil en este sentido. Al comienzo, puede resultar difícil incidir en los aspectos negativos de tu vida, pero en el décimo intento podría reportarte una enorme recompensa. No olvides nunca que un santo es un pecador que sigue esforzándose.”

(Fragmento de una carta de Nelson Mandela, desde la cárcel de Robben, a Winnie Mandela, encarcelada en Kroonstad. 1 de febrero de 1975)


viernes, 7 de octubre de 2016

Your smile keeps us going


Hoy es el Día Mundial de la Sonrisa y eso me ha hecho pensar en el cartel que encontré, hace mil años, en una gasolinera perdida en medio de la India y que se convirtió en el icono de este blog… “Your smile keeps us going”, que podría traducirse como “Tu sonrisa nos ayuda a seguir adelante”.




Ya sabes, nunca dejes de sonreír…



jueves, 6 de octubre de 2016

Lo que habita en tu mente



Lo que habita en tu mente
Determina cómo percibes la realidad.
Tenlo presente…



(A través de Itziar, mil gracias)

domingo, 2 de octubre de 2016

Mi alma tiene prisa

(Imagen de google)



Mi alma tiene prisa

Conté mis años y  descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante,  
que el que viví hasta ahora….
 Me siento como aquel  chico que ganó un  paquete de golosinas: las primeras las  comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas,  comenzó a saborearlas profundamente.
 Ya no tengo tiempo para  reuniones  interminables, donde se discuten estatutos,  normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no  se va a lograr nada.
 Ya no tengo tiempo para  soportar absurdas personas que, 
a pesar de su edad cronológica,  no han crecido.
 Ya no tengo tiempo para  lidiar con mediocridades.
 No quiero estar en  reuniones donde desfilan egos inflados.
 No tolero a maniobreros  y ventajeros.
 Me molestan los  envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, 
para  apropiarse de  sus lugares, talentos y  logros.
 Detesto, si soy testigo,  de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo. 
 Las personas no discuten  contenidos, apenas los títulos.
 Mi tiempo es escaso como  para discutir títulos.
 Quiero la esencia, mi  alma tiene prisa…
 Sin muchas golosinas en  el paquete….
 Quiero vivir al lado de  gente humana, muy humana.
 Que sepa reír, de sus  errores.
 Que no se envanezca, con  sus triunfos.
 Que no se considere  electa, antes de hora.
 Que no  huya, de  sus responsabilidades.
 Que defienda, la  dignidad humana.
 Y que desee tan sólo  andar del lado de la verdad y la honradez.
 Lo esencial es lo que  hace que la vida valga la pena.
 Quiero rodearme de  gente, que sepa tocar el corazón de las  personas.
 Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el  alma.
 Sí, tengo prisa por  vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
 Pretendo no desperdiciar  parte alguna de las golosinas que me quedan.
 Estoy seguro que serán  más exquisitas que las que hasta ahora he comido.
 Mi meta es llegar al  final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi  conciencia.
 Tenemos dos vidas y, la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una…

(Mario de Andrade)