(Imagen de Sebastian Luczywo)
“No hay sueños en mí, Ulises. No proyecto sombra desde cosa
alguna. El mundo es como una rueda radiante que comienza a girar cada mañana
cuando abro los ojos. ¡Es todo tan sencillo! Un pájaro atraviesa el cielo:
vuela, nada más. Una herramienta es brillante y dura: ha sido hecha por el
ingenio. El mar está siempre despierto; las piedras duermen siempre. Yo no
sueño, Ulises: cuento: una brizna, las estrellas, el aroma del heno, la lluvia,
los árboles. Y como no quiero repetir nada, a nada le pido permanencia. La vida
es como el agua: tócala con la mano abierta y la sentirás vivir, siempre igual
en su fuga. Pero si aprietas la mano para cogerla, la pierdes. Mucha gente ha
pasado, de muchas leyes y distintos países, por esta casa a orillas del mar. Y
en cada uno la felicidad tenía un nombre diferente; pero se trataba siempre de
alguna vieja y arrugada historia que llevaban a cuestas. ¡Quédate, Ulises!”
Me hizo pensar en como muchas veces nos dejamos atrapar por las
ideas que tenemos sobre nosotros mismos, sobre lo que es bueno y lo que es malo,
sobre lo que es la felicidad o sobre cómo debería ser nuestra vida. Ideas que creemos nos definen y nos guían pero que
acaban simplemente aprisionándonos.
Aunque pienso que es útil definir ciertas líneas, también
creo que es fundamental no ponerles límites, mantener las puertas –y el
corazón- abiertos, desapegados de ideas fijas, de normas o conceptos. Para dejar espacio a la sorpresa, a los cambios, a la
alegría o a la tristeza, a lo que deba venir. Si no lo hacemos, nos arriesgamos
a apagar lámparas, a marchitar flores, a secar ríos o a romper las cuerdas del arpa.
"¿Por
qué está apagada la lámpara?
La
envolví en mi manto para protegerla del viento;
por
eso se ha apagado la lámpara.
¿Por
qué se ha marchitado la flor?
La
oprimí contra mi corazón con inquietud y amor;
por
eso se ha marchitado la flor.
¿Por
qué se ha secado el río?
Levanté
un dique en él para que sólo me sirviera a mi;
por
eso se ha secado el río.
¿Por
qué se ha roto la cuerda del arpa?
Intenté
arrancarle una nota demasiado alta para su teclado,
por
eso se rompió la cuerda del arpa."
(Rabindranath
Tagore)
La vida es movimiento pero podemos aprender a fluir con ella.
Sólo si somos capaces de abrir las manos para dejar que se vaya lo que deba irse,
las tendremos preparadas también para recibir lo que deba venir.
Hermoso poema de Tagore...
ResponderEliminarBello mensaje, mi querida Helen**
besooooos :)
Un beso grande, Isis.
Eliminar¡Gracias, muy bonito e instructivo!
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado. Gracias, Crismar.
EliminarExcelente. Da para pensar la flor y la lámpara,SOBREPROTEGIDAS; el agua en la mano o
ResponderEliminaren el río,ACAPARADA; la cuerda del arpa, SOBREXIGIDA.
Por fortuna hay tantos que se parecen al DESPIERTO MAR y no a las DORMIDAS
PIEDRAS...
SIEMPRE MANO ABIERTA Y TENDIDA
Muy bueno también lo de las VIEJAS Y ARRUGADAS
ResponderEliminarHISTORIAS QUE LLEVAMOS A CUESTAS...
Gracias, anónimo. Me alegra que te haya gustado
EliminarEstupenda reflexión que comparto 100% aunque sea difícil a veces no anclarnos a lo conocido aunque sea malo. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlota. Un abrazo para ti también.
EliminarMaravilloso!! es TAN cierto. De ahí se resolverían tantos problemas. El desapego es la clave, todo esto es un paseo, comenzando por nuestra mera existencia. Si fuéramos capaces de disfrutarlo mientras vamos con las manos y corazón abiertos.........Gracias!!!
ResponderEliminarEso sería estupendo, ¿verdad, Cris? Creo que es complicado pero podemos ir poco a poco y..... nunca se sabe hasta dónde podemos llegar. Gracias a ti. Un beso.
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