lunes, 28 de enero de 2013

Una estrella de mar




El otro día mis amigos de miaportacion.org compartieron un cuento que me encantó. Me hizo pensar en todas las veces que creemos que los pequeños gestos no importan, que debemos realizar grandes acciones, que lo único que importa es cambiar el mundo. Cuando, en realidad, un pequeño acto de amor puede llegar a transformar una vida… Y eso es una gran noticia.

“Cierto día, caminando por la playa, reparé en un hombre que se agachaba a cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba a la mar. Hacía lo mismo una y otra vez.
Tan pronto como me aproximé, me di cuenta de que lo que el hombre agarraba eran estrellas de mar que las olas depositaban en la arena y, una a una, las arrojaba de nuevo al mar.
Intrigada, le pregunté sobre lo que estaba haciendo, y me respondió:
-Estoy lanzando estas estrellas marinas nuevamente al océano. Como ves, al bajar la marea, estas estrellas se han quedado en la orilla. Si no las arrojo al mar, morirán aquí por falta de oxígeno.
-Entiendo -le dije-, pero debe haber miles de estrellas de mar sobre la playa. No puedes lanzarlas a todas. Son demasiadas y quizás no te des cuenta de que esto sucede seguramente en cientos de playas a lo largo de la costa. ¿No estás haciendo algo que no tiene sentido?
El hombre sonrió, se inclinó y tomó una estrella marina, y mientras la lanzaba al mar, me respondió:
-Para ésta sí lo tuvo.”

4 comentarios:

  1. Enhebrando pequeños gestos, se construyen
    grandes redes.
    Por otro lado, la noche cree que ha ganado,
    pero con quijotes como los que volvían al
    mar las estrellas, no podrá lograrlo.

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    1. Quijotes soñadores son imprescindibles. Un abrazo, Anónimo.

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  2. :) ¡Oh! A veces somos un poco vagos, y es una excusa tan fácil el pensar que pequeños gestos no cambian nada...

    Un gran abrazo, Elena

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    1. Una vez leí (y creo que lo compartí en el blog) que si realmente quieres hacer algo, encontrarás la manera y que si no quieres hacerlo, encontrarás la excusa. Creo que los pequeños gestos son precisamente lo que nos hace grandes.
      Un abrazo fuerte, Lucía.

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