lunes, 26 de enero de 2015

Escuchar



Decía el filósofo Zenón de Elea que: “Nos han sido dadas dos orejas pero sólo una boca. Para que podamos escuchar más y hablar menos”. Y, sin embargo, hablamos, hablamos y no dejamos de hablar pero pocas veces escuchamos de verdad.

Encontré el otro día un texto de R. O’Donnell titulado “¡Escúchame!”:

Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a aconsejarme, no estás haciendo lo que te he pedido. Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a decirme por qué no debería sentirme así, no estás respetando mis sentimientos. Cuando te pido que me escuches y tu piensas que debes hacer algo para resolver mi problema, no estás respondiendo a mis necesidades. Escúchame. Todo lo que te pido es que me escuches, no que hables ni que hagas. Sólo que me escuches.”

Muchas veces, cuando alguien nos cuenta algo que le preocupa no lo hace porque necesite nuestro consejo u opinión sino solamente porque quiere que le escuchemos. Sin juicios, sin intervenciones, sin asesoramientos. Y, en cambio, tardamos un segundo en juzgar, dos segundos en comparar, tres segundos en personalizar, cuatro segundos en interrumpir, cinco segundos en opinar.

El texto de O’Donnell sigue así:

Es fácil aconsejar. Pero yo no soy un incapaz. Tal vez me encuentre desanimado y con problemas, pero no soy un inútil. Cuando tú haces por mí lo que yo mismo puedo y tengo necesidad de hacer, no haces más que contribuir a mis miedos y a mi inseguridad, Pero cuando aceptas, simplemente, que lo que siento me pertenece a mí, por muy irracional que sea, entonces no tengo que intentar hacértelo entender sino empezar a descubrir lo que hay dentro de mí.”

Escuchar supone respetar, dejar que la otra persona se manifieste, permitirle ser ella misma. Escuchar supone apagar el propio yo –el ego- y dejar espacio al otro para que diga lo que tenga que decir, para que llore si necesita llorar, para que ría si quiere reír. De hecho, escuchar va mucho más allá. Significa aceptar. Tanto las palabras como el silencio. Escuchar es, evidentemente, Amar.

lunes, 19 de enero de 2015

El filo de la navaja


Arduo hallarás caminar sobre el agudo filo de la navaja.
Y penoso es, dicen los sabios, el camino de la salvación.”

(Kathara Upanishad)


Hoy quisiera compartir una escena de la película “El filo de la navaja”. Dicha película está basada en el libro homónimo de uno de mis escritores preferidos, William Somerset Maugham, quien estuvo en India y conoció al gran sabio Ramana Maharshi. Parte de su experiencia está explicada en este maravilloso libro que os recomiendo.


“- ¿Qué te ha traído aquí, hijo mío?
- He venido a aprender. Desde que acabó la guerra estoy buscando algo, algo que yo no sé expresar con palabras. Me dijeron que tal vez usted podría guiarme.
- Dios es la única guía, pero si hablamos, Él quizás me enseñe un medio de ayudarte...
- Mis amigos creen que rehuyo las responsabilidades. No consigo que nadie comprenda lo que estoy buscando.
- El simple hecho de que vengas de tan lejos en busca de saber demuestra que no te asustan las responsabilidades. El admitir ignorancia ya demuestra valor...
- He viajado, he estudiado, he leído cuanto ha caído en mis manos, pero nada logra satisfacerme. Al igual que todo el mundo, quiero tener éxito en la vida, pero no necesariamente lo que suele entenderse por éxito. He perdido la confianza en los valores que todos aceptan. Trato de entusiasmarme ante la perspectiva de una nueva vida, emprender negocios y prosperar pero sólo consigo que aumenten mis ansias de buscar. Sé que, si encuentro lo que ando buscando, será algo que podré compartir con los demás pero ¿cómo encontrarlo? ¿y dónde?
- Tu inquietud y tu confusión no son las únicas, hijo mío. El mundo entero está inquieto y confuso. Siempre será así mientras los hombres basen sus ideales en conceptos falsos. No habrá verdadera felicidad hasta que los hombres aprendan a buscarla dentro de ellos mismos.
- Lo sé.
- Está escrito que el hombres sabio se alimenta de su Luz interior. Proviene de Dios y está en su corazón. Así se consigue la calma, la paciencia, la compasión, la abnegación y la Paz eterna...
- Pero eso no es fácil. 
- No. El camino de la salvación es difícil de recorrer; tan difícil como andar sobre el filo de una navaja. Pero no es un secreto. Todas las religiones lo enseñan. Hay en cada uno de nosotros una chispa de la infinita bondad del Creador, y al dejar este mundo nos reunimos con ella como una gota de lluvia que cae del cielo se reúne por fin con el mar del que nació...
- ¿Puedo quedarme aquí?
- Claro que puedes. Nuestra vida es muy sencilla. Aquí hay libros, coversaremos a menudo e incluso puedes trabajar en el campo.
Nosotros, los hindúes, creemos que a Dios se llega por tres caminos. Uno es el camino de la fe y de la oración; otro el de las buenas obras inspiradas por el Amor a Dios; y un tercero que a través del conocimiento conduce a la Sabiduría... Tú has elegido el camino de la Sabiduría, pero al final descubrirás que los tres no son sino uno.”


viernes, 16 de enero de 2015

Haz de mí


(Imagen de google)


“Señor, haz de mi un instrumento de Tu paz.
Que allá donde hay odio, ponga yo amor.
Que allá donde hay ofensa, ponga yo perdón.
Que allá donde hay discordia, ponga yo unión.
Que allá donde hay error, ponga yo verdad.
Que allá donde hay duda, ponga yo fe.
Que allá donde desesperación, ponga yo esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, ponga yo luz.
Que allá donde hay tristeza, ponga yo alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, como consolar,
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.

Porque es dando como se recibe,
olvidándose de sí mismo como uno se encuentra,
perdonando como se es perdonado,
muriendo como se resucita a la vida eterna.”

San Francisco de Asís

(Muchas gracias a María)
  

lunes, 12 de enero de 2015

Propongo un armisticio


(Imagen a través de Qué buena la Foto)


Llevo unos días pensando que, en muchas ocasiones, nos relacionamos con los otros como si estuviéramos en guerra. Voy a intentar explicarme. Andamos por la vida heridos. Y nuestras heridas nos pesan tanto que creemos necesitar protección y armamento. Desconfiamos, recelamos, sospechamos, intentamos descubrir qué se esconde detrás de una sonrisa o de una palabra amable. Y, así, nos convertimos en búnkeres que no dejan pasar ni un rayo de luz, por si pudiera estar envenenado, o en tanques que van directos a su objetivo pisando todo lo que encuentran por el camino, para no tener que enfrentarse a una emoción, del tipo que sea. Porque duele. La herida, muchas veces, duele.

Escucho historias –cercanas o lejanas- y me pregunto hacia dónde va el ser humano. Las mujeres se quejan de los hombres. Los hombres de las mujeres. Los jefes de los empleados, los padres de los hijos, los profesores de los alumnos… (y viceversa).

Entonces creo que es tiempo de establecer un armisticio, de dejar de sospechar y de ver al otro como un enemigo. Creo que es tiempo de empatía, tiempo de comprender. De hablar y de escuchar. Desde el corazón. Hacia el corazón. Es tiempo de dejar las espadas –los egos- a un lado y empezar a darnos la mano. Quizás el otro “te ha hecho daño” (muchas muchas comillas en esta frase puesto que no creo que “otro” pueda realmente herirte) pero, ¿te has parado a pensar qué le pasa a ese otro?, ¿conoces su situación?, ¿sabes qué es lo que a él o a ella le duele? 

Es tiempo de dejar de buscar responsables fuera y comenzar a mirar hacia dentro. Tu herida duele y grita, porque está pidiendo que te ocupes de ella. No te distraigas intentando encontrar culpables. Empieza a cuidarte, empieza a quererte, empieza a sanarte. Y cuando te sanes, te quieras y te cuides, descubrirás quizás que no hace falta que seas un búnker, porque nadie pretender hacerte daño, y que tampoco necesitas convertirte en un tanque, porque la vida te trae lo que verdaderamente te hace falta.

Toda persona con la que te cruzas en el camino es una oportunidad de Amar. Permítetelo.

lunes, 5 de enero de 2015

El amor no es una relación


(Imagen de Olivier Föllmi)


Como primera entrada para este nuevo año, quiero compartir un maravilloso texto de Osho, que encontré en el facebook de mi amigo Rubén:

“El amor no es una relación. El amor es un estado; no tiene nada que ver con nadie más. Uno no se enamora, uno es amor. Por supuesto, si eres amor estás enamorado, pero ése es el resultado, la consecuencia, pero no el origen. El origen es que eres amor.

¿Quién puede ser amor? Evidentemente, si no eres consciente de quién eres, no podrás ser amor. Serás miedo. El miedo es exactamente lo contrario del amor. Recuerda que el odio no es lo contrario del amor, como la gente piensa. El odio es amor al revés, no es lo contrario del amor. Lo contrario del amor realmente es el miedo. Con el amor te expandes, con el miedo te encoges. Con el miedo te cierras, con el amor te abres. Con el miedo dudas, con el amor confías. Con el miedo te quedas en soledad. Con el amor desapareces; se desvanece la cuestión de la soledad. Si no existes, ¿cómo te puedes sentir solo? Entonces, estos árboles, los pájaros, las nubes, el sol y las estrellas están dentro de ti. El amor es cuando conoces tu cielo interno.

Los niños no tienen miedo; los niños nacen sin miedo. Si la sociedad puede ayudarles y apoyarles para que permanezcan sin miedo, si les ayuda a subirse a los árboles y a las montañas, y a nadar en el mar y los ríos —si la sociedad puede ayudarles con todos sus medios a ser aventureros, aventureros de lo desconocido, y si la sociedad puede provocar una búsqueda en vez de darles creencias muertas entonces, los niños se volverán grandes amantes, amantes de la vida. Ésta es la verdadera religión. No hay mayor religión que el amor.

Medita, baila, canta y profundiza más en ti mismo. Escucha a los pájaros más atentamente. Mira las flores con asombro, con admiración. No te vuelvas erudito, no etiquetes las cosas. Eso es la erudición, el maravilloso arte de etiquetarlo todo, catalogarlo todo. Conoce gente, mézclate con la gente, con toda la gente que puedas, porque cada persona expresa una faceta de Dios distinta. Aprende de las personas. No tengas miedo, la existencia no es tu enemigo. La existencia te cuida, la existencia está dispuesta a apoyarte de todas las formas posibles. Confía y empezarás a sentir un considerable aumento de energía. Esa energía es amor. Esa energía quiere bendecir a toda la existencia, porque cuando estás en esa energía te sientes bendecido. Y cuando uno se siente bendecido, ¿qué otra cosa puede hacer sino bendecir a toda la existencia? El amor es un profundo deseo de bendecir a toda la existencia."