Aunque un poco friki,
igual sí que soy... ;-)
Tengo que poner este vídeo que me pasó L'Esbarzer (mil gracias!!!). Porque me ha encantado, porque da un buen rollo increíble y porque me recuerda que nadie es friki cuando consigue encontrar su espacio y su gente.
Llamamos a alguien friki cuando lo consideramos extraño o extravagante. Es un término peyorativo que usamos cuando alguien no entra dentro de nuestros parámetros, dentro de lo que conocemos, de lo que nos hace sentir seguros y nos da tranquilidad. Lo desconocido nos asusta y nos aparta. Pero hablo de lo desconocido que, supuestamente, debería ser conocido; es decir, no hablo de una persona extranjera que ha venido a nuestra ciudad, a ese se le permite -en teoría- ser diferente, hablo del vecino del quinto, de ese que debería ser y pensar igual que yo pero que tiene la osadía de ser y pensar de forma diferente. Vivimos etiquetando y cuando alguien no entra dentro de alguna de nuestras categorías conocidas -y aceptadas-, “es un friki”.
Bien, pues hoy propongo darle la vuelta a este asunto. Acercarnos al otro, al que es diferente. Escucharle y ver qué nos cuenta. La buena noticia es que, si nos tomamos el tiempo de hacerlo, nos puede llegar a abrir las puertas de mundos insospechados y -¿por qué no?- maravillosos. Porque, además, si él es friki para mí, seguramente yo seré friki para él (¿hay alguien que se considere friki a sí mismo?). Entonces ¿por qué no abrir un poquito la mente y tratar de acercar nuestros diferentes universos?, ¿no consisten justamente en eso el respeto y la tolerancia?
Llamamos a alguien friki cuando lo consideramos extraño o extravagante. Es un término peyorativo que usamos cuando alguien no entra dentro de nuestros parámetros, dentro de lo que conocemos, de lo que nos hace sentir seguros y nos da tranquilidad. Lo desconocido nos asusta y nos aparta. Pero hablo de lo desconocido que, supuestamente, debería ser conocido; es decir, no hablo de una persona extranjera que ha venido a nuestra ciudad, a ese se le permite -en teoría- ser diferente, hablo del vecino del quinto, de ese que debería ser y pensar igual que yo pero que tiene la osadía de ser y pensar de forma diferente. Vivimos etiquetando y cuando alguien no entra dentro de alguna de nuestras categorías conocidas -y aceptadas-, “es un friki”.
Bien, pues hoy propongo darle la vuelta a este asunto. Acercarnos al otro, al que es diferente. Escucharle y ver qué nos cuenta. La buena noticia es que, si nos tomamos el tiempo de hacerlo, nos puede llegar a abrir las puertas de mundos insospechados y -¿por qué no?- maravillosos. Porque, además, si él es friki para mí, seguramente yo seré friki para él (¿hay alguien que se considere friki a sí mismo?). Entonces ¿por qué no abrir un poquito la mente y tratar de acercar nuestros diferentes universos?, ¿no consisten justamente en eso el respeto y la tolerancia?