Quiero añadir, aquí, un día después, una nueva historia que me cuenta Mari Ángeles. Porque es otro ejemplo a seguir. Porque cuando la he leído me ha impactado. Porque vale la pena saber que existen más personas que superan las dificultades a base de optimismo, energía y alegría. Ahí van sus palabras:
"La Tata Mariá (con acento francés) es todo un personaje. Cumplió los 70 en enero, y es... la alegría de vivir, el optimismo personificado, la mismísima hospitalidad, y, todo eso, rodeada de amigos maravillosos, claro, no podía ser de otra manera. Pero te estaría simplificando la cosa si no te contara un poco su vida. Con 24 años, sufrió un accidente de coche que la dejó sentada en una silla de ruedas con un niño de pocos años. Desde entonces ha tenido que someterse a varias intervenciones quirúrgicas. Con poco más de 40, el marido murió de un infarto cerebral y unos años más tarde su hijo (muy joven y con el que tenía una relación muy especial) sufrió un accidente de tráfico que lo dejó inmóvil de cuello para abajo, en un hospital, causándole la muerte un año después. Bueno, pues todo eso no ha podido restarle las ganas de vivir, la risa fácil y contagiosa y la felicidad que irradia por todos sus poros. ¡Es una máquina! Su frase de siempre, en su español afrancesado es "a mí nada se me pone por imposible". Fundaron hace unos años una comisión de accesibilidad en la ciudad en donde vive y se dedica a controlar que toda la ciudad sea accesible para los handicaps. Te partes de risa oyéndola contar sus aventuras: desde las inauguraciones de edificios oficiales con el alcalde y los periodistas en las que siempre suelta alguna de las suyas hasta su aventura persiguiendo por toda la casa con su silla un pavo que le habían regalado por Navidad. Como dice mi hija mayor, es que tiene una risa tan contagiosa y es tan alegre y divertida que te carga las pilas".
Que nada se os ponga, tampoco a vosotros, por imposible...