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domingo, 30 de enero de 2011

De dioses y hombres: muerte y renacimiento del cisne

¿Puede, una película, purificar el alma?

“He vivido lo suficiente como para saber que soy cómplice del mal que, desgraciadamente, parece prevalecer en el mundo y también del que podría golpearme a ciegas. Al llegar el momento, querría poder tener ese instante de lucidez que me permita pedir perdón a Dios y a mis hermanos en la humanidad, perdonando al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiere golpeado”.
(Testamento espiritual del prior Christian de Chergé)


De dioses y hombres cuenta la historia de ocho monjes cistercienses (los monjes blancos) que viven en las montañas del Magreb y que se encuentran atrapados entre la violencia de los fundamentalistas y la violencia del ejército.

De dioses y hombres explica como estos hombres -de caracteres claramente definidos y muy diferentes entre sí- atraviesan, cada uno a su ritmo y manera, la oscuridad de su propia tiniebla para aprender a convivir y a aceptarse pero, sobre todo, para encontrar la fuerza / el coraje que, en el momento decisivo, les hará rendirse al Amor y que les acabará llevando a abandonar sus reticencias y aceptar su destino para poder, así, realizar a Dios, unirse a Él (en un bello paralelismo con El lago de los cisnes –cuya música se escucha en el emocionante momento de la última cena en el refectorio-, donde Sigfrido y Odette realizan un sacrificio de amor por el cual recibirán la recompensa de renacer unidos ya para siempre).

De dioses y hombres es la historia de un compromiso más allá del miedo; de una entrega más allá indecisión; de un sacrificio más allá de toda duda. Morir para renacer en el Amor. Espiritualidad, coraje, libertad de elección, tolerancia, igualdad, fraternidad, generosidad, lucidez, compromiso. La grandeza del ser humano.

Una fotografía maravillosa, un guión espléndido –con algunos instantes de verdadera inspiración-, unas actuaciones brillantes, una dirección absolutamente poética y una música profunda que desarman cualquier desconfianza y permiten que abras de par en par tu corazón para colarse de lleno en él.

¿Puede, una película, purificar el alma?


“Cuéntame, ¡oh, cisne!, tu antigua historia. ¿De qué país vienes?, ¡oh, cisne!
¿Hacia qué riberas encaminas tu vuelo? ¿Dónde descansarás, ¡oh, cisne!, y qué es lo que buscas?
Despiértate esta misma mañana, ¡oh, cisne!, levántate y sígueme.
Hay un país donde no imperan ni la duda ni la tristeza; donde ya no existe el terror de la muerte.
Allí, los bosques primaverales están en flores y la brisa nos trae un perfume que dice: "Él soy Yo".
Allí, la abeja del corazón penetra profundamente en la flor, sin aspirar a otro goce.”
(Kabir)

lunes, 24 de enero de 2011

Razones para creer en un mundo mejor

Hoy quiero compartir un vídeo que encontré el otro día en el facebook de mi amiga siberiana. Se llama “Razones para creer en un mundo mejor” y es un anuncio publicitario. No me gusta colgar anuncios publicitarios pero este, en concreto, tiene mucho que ver con los objetivos que me marqué cuando empecé a escribir este blog así que haré una excepción. Ahí va, espero que lo disfrutéis.


sábado, 22 de enero de 2011

El camino correcto


Sólo hay una dirección correcta: la de la Luz.
Sólo hay un camino correcto: el del Amor.

lunes, 17 de enero de 2011

Claro de luna


En la puerta de la catedral, suena el “Claro de luna” de Debussy. Tú me dices que soy pura emoción. Ana me escribe para contarme que es feliz, me envía un precioso texto sobre la alegría. El cielo es azul azul azul. Inés y Joan sonríen. Eva pinta un cuadro lleno de sueños. Paseamos de la mano por el barrio gótico. Cristina me manda un poema. Sofía escribe un nuevo post. La noche está estrellada. Nanda comparte un artículo y Mercè un ejercicio de meditación. Gloria deja de fumar y Juan organiza un encuentro. Nacho y Vane hace diez años que se quieren. Pepa me invita a cenar. Son las dos de la mañana y puedo ir a comprar flores. Marina está a punto de casarse. Susana también. Paco me desea un feliz año y Javier me manda un beso. Encarna y Evita se ríen con mis bromas. Buda medita en silencio. Y… en la puerta de la catedral, suena el “Claro de luna” de Debussy.

Según la wikipedia, un “claro” es la luz solar que un astro refleja sobre otro y que disipa las tinieblas de la noche en este último. Así, el claro de luna es la iluminación nocturna de la Tierra por la luz solar reflejada en la Luna.

¿De qué astro viene la luz
que disipa tus tinieblas en la noche oscura?

lunes, 10 de enero de 2011

Laberintos


Me fascinan los laberintos. Me fascina la mitología griega. Y me gusta intentar comprender los símbolos que esconden esas antiguas historias que trataban de ordenar el mundo, de llevar luz al caos de la existencia.

Ayer visité la exposición del CCCB, “Por laberintos”, y salí convencida de que los mitos son mucho más actuales de lo que, a veces, pensamos.

El mito del laberinto es la historia del héroe Teseo que entra en él para derrotar a la bestia que lo habita: el minotauro, un extraño ser mitad hombre mitad toro. Para poder llevar a cabo su misión, Teseo cuenta con la ayuda de Ariadna, que le da el famoso hilo que le mostrará el camino de vuelta, la salida del laberinto.


En el siglo XV, el físico Giovanni Fontana decía: “En el pequeño tratado sobre laberintos he diseñado varios, según cinco tipos de figuras de mi invención, diferentes entre sí, en los que hay caminos sin salida, digresiones, extravíos, sinuosidades, confusiones, miedos, circunvalaciones, desvíos, vueltas atrás y conversiones, que engañan a quien entra”. Y, así, el laberinto se convierte, como señalaba el famoso filósofo Mircea Eliade en un símbolo de la vida misma.

La vida es, pues, un laberinto. Caminamos -a veces a ciegas, a veces plenos de luz- con el objetivo de llegar al centro, a ese lugar sagrado -¿por qué no?- donde nos espera el minotauro -la bestia- que no es otra cosa que una parte de nosotros mismos. Teseo representa la luz, el héroe, el yo más noble y puro. El minotauro, por el contrario, es la parte oscura, la brutalidad, la materia más vil -¿el ego?-. El héroe debe entrar en el laberinto y debe alcanzar el centro donde se desarrollará la más dura lucha: la lucha contra sí mismo.

Teseo resulta vencedor en el combate pero su odisea no acaba ahí, debe volver a salir a la superficie y, para ello, necesita un hilo, el hilo de Ariadna, el hilo del Amor. Sin el Amor, Teseo corre el riesgo de quedarse dando vueltas por el laberinto que ha sido testigo de su victoria, de atascarse, enredado entre el orgullo y la autocomplacencia.

Un laberinto, tu vida. Un héroe, tu yo luminoso. Una bestia, tu yo oscuro. Una lucha, la tuya. Un hilo, tu salvación. Una heroína, tu Amor. Y, finalmente... LA LUZ.

lunes, 3 de enero de 2011

Bendiciones


Solía quejarme de mi mala memoria. Hasta que descubrí que no recordaba una ofensa. Bendito olvido, que me ha borrado el rencor.

Solía protestar por los malos momentos. Hasta que comprendí a alguien que se rompía de dolor. Bendita experiencia que se ha transformado en empatía.

Solía hacer una lista de deseos de año nuevo. Hasta que entendí las bendiciones que me han sido concedidas. Así pues, este año no escribo una lista de deseos, escribo una lista de agradecimientos. Que ha resultado ser larga, larga.

Y agradezco, por encima de todo, la LUZ que ilumina mi camino.