Los pájaros no son de nadie

La otra mañana, leía en el periódico que dos países se enfrentaron porque el barco de uno estaba, sin permiso, en el mar del otro. Y a mí, que ya me parece increíble que la tierra tenga propietarios, se me atraganta el aliento cuando pienso que también el mar y el aire los tienen. Así, me dio por pensar en el día en que a algún iluminado se le ocurra que, si el mar es suyo, los peces que en él nadan también lo son, y que si el espacio aéreo le pertenece, los pájaros deberían llevar su banderita. Y, entonces, lo siento por Gustavo Adolfo pero se acabó para siempre el regreso de las oscuras golondrinas; si no pueden demostrar que nacieron aquí... no hay visado.

Me envía Eva Dinamita, amiga de antaño y solidaria de siempre, una noticia que publicó El Mundo hace unos días: "Miguel o el delito de la hospitalidad" (http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/06/espana/1236369864.html). Un reportaje que habla de gente que, a pesar del anteproyecto de Ley de Extranjería -que propone sancionar hasta con 10.000 euros a quien acoja a un inmigrante-, se juega el tipo para ayudar y dar hospitalidad a hombres y mujeres que un día llegaron a España en busca de una vida mejor, de un futuro más brillante, de una esperanza de supervivencia. Personas como Miguel Romá, un exdirector de Caja del Mediterráneo que vendió su casa de lujo y se instaló con su mujer en un barrio obrero donde, desde hace 15 años, acoge y ayuda a inmigrantes con y sin papeles.

Y es entonces cuando me enorgullece formar parte de la especie humana, cuando veo que no hay multas ni barreras ni impedimentos que puedan detener a una persona solidaria, compasiva, hospitalaria. ¡Que nada nos detenga, compañeros! ¡Que nada nos detenga cuando soñamos con un mundo sin muros, cuando soñamos con la justicia, la igualdad, la fraternidad! ¡Que nada nos detenga a los que creemos que, un día, todos los seres humanos podrán beneficiarse al fin de los Derechos Humanos!

En 1855, el Gran Jefe Seattle escribió una larga carta al presidente de los Estados Unidos de América, que pretendía comprar la tierra donde vivía su tribu. Os regalo parte de sus palabras (el texto entero, titulado "Nosotros somos una parte de la tierra", está publicado por José J. de Olañeta):

“El Gran Jefe Blanco de Washington nos envió un mensaje diciendo que quiere comprar nuestras tierras. El gran jefe nos envió también palabras de amistad y de buena voluntad. Esto es muy amable por su parte, pues sabemos que él no necesita nuestra amistad. Sin embargo nosotros meditaremos su oferta, pues sabemos que si no vendemos vendrán seguramente hombres blancos armados y nos quitarán nuestras tierras.
Pero, ¿cómo es posible comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Nosotros no comprendemos esta idea. Si no somos dueños de la frescura del aire, ni del reflejo del agua, ¿cómo podréis comprarlos? ..."

¿De quién es la tierra, el mar, el aire?, ¿por qué tenemos tanto miedo a acercarnos a los que no conocemos?, ¿somos conscientes, los que tenemos privilegios, de que tenemos privilegios?

Seamos solidarios. Aquí y ahora. Con el que está lejos y con el que tenemos al lado. Podemos construir un mundo mejor, ¿empezamos?