Hoy quiero compartir una entrada que mi hermano Juan escribió
en su interesante blog, El Círculo de la Sabiduría:
Conozco un tipo que le dice a su mujer: "soy un
Buda", y esta le mira con escepticismo, cuando no con cara de enfado. Y,
sin embargo, es realmente un Buda. Bueno, es una persona que ha tomado los
votos para serlo y está en camino... no tiene una mente pura y cristalina como
el diamante, donde solo se refleja Luz, pero está trabajando para llegar a
ello, y algún día, con toda seguridad, alcanzará este objetivo. Por tanto, no
está engañando a su mujer, le dice la verdad, él ya es un Buda. Y tú, lector,
¡también lo eres! La mente cristalina o diamantina no se tiene que crear, solo
pulir. Basta con decirte a ti mismo, no hace falta que nadie más lo sepa:
"Por el beneficio de todos los seres, voy a
generar la mente de la iluminación y a realizar todas las etapas del camino del
Bodhisattva".
Este es el propósito y el compromiso que adquiere todo aquel
que quiere llegar a iluminar su mente, este es el compromiso de todos los
Budas. ¿Y cuales son las etapas del camino del Bodhisattva?
Son solo seis perfecciones: la generosidad, el cultivo de la
virtud, la paciencia, el esfuerzo en el progreso espiritual, la meditación y la
sabiduría. Por este orden. Pues la generosidad debe ser la principal
motivación, nuestro deseo de pureza mental tiene que venir generado por el
profundo deseo de hacer felices a los demás. El cultivo de la virtud, la
paciencia y el esfuerzo son las claves de la pureza mental.
Meditar, ¿con qué fin? La meditación es un arte. Cada uno
puede trabajar la meditación de diferente manera, pues cada uno es único, y por
tanto tiene un camino determinado por recorrer que solo él mismo sabe. La
meditación también es una práctica higiénica, que nos ayudará a desapegar
nuestra mente de los sentidos y del mundo exterior, y la limpiará de sus
impurezas.
Finalmente, la Sabiduría es el conocimiento verdadero de que
el mundo, nuestra mente y nuestro yo son como las olas del mar, que llegan,
rompen y desaparecen, un flujo constante, en el que no hay nada estable e
imperecedero, esta es la verdadera Sabiduría (prañjâ pâramitâ).
No hay maestros, no hay discípulos, no hay caminos, todo son
pequeñas impurezas, miserias de una mente empañada. Se da la paradoja de que
pensar que eres un Buda es una ilusión, pero pensar que no lo eres también lo
es. Limpia las impurezas con las seis perfecciones y te darás cuenta de
que, en realidad, ya eres un Buda, de que siempre lo has sido.
Om gate gate pâragate pârasamgate bodhi svâhâ
(vamos, vamos, vamos más allá, vamos mucho más allá, hasta la
iluminación)